sábado, 23 de mayo de 2015

III. PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA Y LA MORTALIDAD INFANTIL (primera parte)


Pedro Sarmiento de Gamboa
 
Pedro Sarmiento de Gamboa había sido enviado por el Virrey del Perú en 1580, con la misión de perseguir al corsario Drake, y de pasada explorar el Estrecho de Magallanes[1]. A Drake no lo encontró, pero se obsesionó con la idea de poblar las márgenes del estrecho, y se presentó ante el rey Felipe II en busca de apoyo y financiamiento para esta empresa. Así fue como a fines de 1581 se preparó una escuadra como pocas veces vista: zarparon finalmente de España veintitrés navíos con tres mil personas, entre los cuales iban -o venían- soldados, marineros, oficiales, clérigos, letrados y familias completas, pero aparte de un barbero, quien por lo demás desertó en Río de Janeiro, no se sabe del embarque de ningún médico. En cuanto a medicinas, solamente consta la presencia de dos bultos, a todas luces insuficiente para la envergadura de la empresa y los años que permanecerían en ella[2].
Los reyes de España
 
Las desgracias de Sarmiento, quien valga decir que no venía como jefe de la expedición sino como Capitán General del Estrecho de Magallanes y Gobernador de lo que en él se poblare, se comenzaron a desencadenar en este viaje. Resumiremos diciendo que entre vendavales, naufragios, escorbuto y pestes, abandonos y traiciones, poco más de dos años después de zarpar de España, ingresaron al estrecho sólo cinco naves y unas quinientas personas.

Como broche final de la llegada de los restos de esta flota, habiendo alcanzado hasta la bahía de San Gregorio, una tempestad los hizo retroceder y por poco no los arrojó nuevamente hasta el Atlántico. Es ahí que Sarmiento, probablemente presionado por la desesperación de su gente y de su propia desazón que llegaba al límite de lo humanamente sostenible, decidió fundar -en forma que se demostraría apresurada-, muy próxima a la boca oriental  -probablemente en la hoy Punta Dungeness- del Estrecho de Todos los Santos, o de Magallanes, la Ciudad del Nombre de Jesús[3].

En sus inicios -1584- la población constaba de ciento ochenta y tres soldados, sesenta y ocho pobladores varones, trece mujeres, once niños y dos negros. Entre los colonos quedaban dos frailes, y como hemos dicho, no venía ningún médico. Se construyó, eso sí, un rudimentario hospital. Los mencionados niños terminarían por engrosar la mortalidad infantil de Magallanes, que a la sazón llegó al 100 % entre los hijos de los colonizadores europeos. Claro es que no sólo murieron los niños, sino también casi todos los adultos, en una tragedia que duró seis años, contados hasta el rescate del último de los dos únicos sobrevivientes. Las causas de estas muertes están en algunos casos bien establecidas, pero en la mayoría no se pasa de meras conjeturas. Qué incidencia tuvieron en ellas las enfermedades infecciosas, es algo difícil de determinar[4].

En lo que interesa para este libro, cabe destacar que a la fecha del zarpe de España cundía por el continente europeo una pandemia de influenza con alta mortalidad llamada Gran Catarro, de la cual no sobrevivió ni la reina, y el Rey Felipe II estuvo a punto de sucumbir. No hay registro de enfermos entre los embarcados, aunque es de toda lógica pensar que habría más de algún afectado, durante o previo al viaje. Hay quienes postulan que dicha virosis pudo provocar un estado de debilidad tal sobre individuos crónicamente desnutridos, que pudo ser determinante en la mortandad de los colonos en el Estrecho de Magallanes[5]. No obstante, estimamos que es médicamente poco sostenible que la influenza tenga secuelas tan tardías.
La peste bubónica
 
También se presentaba por aquellos años en España un brote de peste, que corresponde a la peste bubónica, esencialmente transmitida por las pulgas de ratas. Sin embargo, ni los detallados informes posteriores de Sarmiento, ni del sobreviviente Tomé Hernández parecen dar cuenta de esta enfermedad que hubiese sido fácilmente reconocible. Por otro lado y de ser así, su persistencia hubiera sido muy poco probable, puesto que es sabido que en Magallanes las pulgas no sobreviven[6] [7].



[1] J. M. Barros: PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA. AVATARES UN CABALLERO DE GALICIA. Págs. 77 - 86.
[2] M. Martinic. Op. cit. Págs. 56 - 57.
[3] M. Vieira. Aquí estuvo España.
[4] M. Vieira. Ibíd.
[5] R. Domínguez. La pista médica del desastre de la expedición de Sarmiento de Gamboa al Estrecho de Magallanes.
[6] M. Vieira. Op. cit.
[7] R. Domínguez. Op. cit.

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