martes, 1 de septiembre de 2015

VIII. LA ENFERMERÍA PEDIÁTRICA (segunda parte)


            En 1894 daban muestras de abnegación y coraje dos enfermeros, dama y varón, que atendían a los variolosos en el lazareto[1]. Se desconocen sus nombres y su nivel de preparación, pero sí de su heroico esfuerzo por sacar adelante a las víctimas de tan temida enfermedad.

Hospital de Carida
Sí se sabe también de la llegada en 1906 de la profesional universitaria doña Benigna Silva, matrona y enfermera[2]. Se desempeñó en el Hospital de Caridad desde su inauguración, ese mismo año, con otras tres enfermeras, asumiendo la jefatura de las mismas[3]. Esta nota de prensa, en los inicios del funcionamiento del nosocomio, retrata el celo de estas profesionales, al menos en sus comienzos: En cuanto a los cuidados que reciben ahí los enfermos todo elojio sería poco para hace justicia a la solicitud i atención esmerada del cuerpo de enfermeras que dirije la señorita Benigna Silva[4].
Hacia los años 30 y 40, alejada la benemérita Benigna Silva de López, se recordaría entre otras el trabajo profesional de Domitila Mora y Juana Mutschke Ross por su dedicada entrega. Ellas abrieron el camino para la ulterior participación de generaciones de enfermeras formadas en las universidades nacionales[5]. En 1951 la enfermera jefa del Hospital de Asistencia Social era doña Lidia Vidal de Bravo, quien siguió con esta función en los inicios del Hospital Regional “Dr. Lautaro Navarro Avaria”. Sucedida por la señora Ana Araneda.



[1] Ver capítulo XII.
[2] M. Martinic. LA MEDICINA EN MAGALLANES. Pág. 129.
[3] M. Martinic. Op. cit. Pág. 131.
[4] Diario “El Comercio”, 1 de marzo de 1906, citado por M. Martinic en Ibíd.
[5] M. Martinic. Op. cit. Pág. 200.

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