Para
semblanza del Dr. Mateo Bencur, y por estimarla inmejorable, citamos a la letra
lo escrito por Martinic en su libro La
Medicina en Magallanes:
Mateo Bencur (pronúnciase “Béntzur”), que
reemplazó a Lautaro Navarro como “Médico de Ciudad”, fue el otro profesional
calificado de la época inicial del siglo XX. Formado académica y
científicamente en la afamada escuela médica de Viena, arribó a Punta Arenas ya
maduro en 1907. Alma grande, desde un principio se hizo notar por su versación
profesional, por su bonhomía y su vocación humanitaria y espíritu de servicio.
Fue así que no bien establecido se incorporó de lleno a la Cruz Roja[1], institución nobilísima creada en el Territorio de
Magallanes hacía pocos años, y a la que prestó servicios señalados y
continuados que le ameritaron el vivo reconocimiento de la comunidad, como con
razón justiciera se recordaría al tiempo de su regreso a Europa.
Dr. Mateo Bencur |
Hizo fama entonces no sólo por la
habitual gratuidad de sus servicios profesionales cada vez que concurría a un
llamado, sino porque en ocasiones inclusive pagó de su peculio los remedios que
alguno de sus pacientes carentes de recursos no estaba en condiciones de
adquirir en farmacias. Por su figura y su carácter se correspondía con la
imagen clásica del comprensivo y bondadoso médico de familia, del que tantas
novelas y películas nos han dejado descripciones e imágenes conmovedoras. Más
bien bajo y con barba, portando su infaltable maletín, conducía su propio sulky tirado por un caballo y llegaba hasta los lugares más apartados y pobres de Punta Arenas. Es posible que esas vivencias
las recogiera en su obra literaria cimera Mat Vola (La Madre llama), aunque de ello no hay certidumbre porque la misma,
escrita en eslovaco, no ha sido traducida al castellano ni a otro idioma pese
al tiempo transcurrido desde su publicación. (La novela se basa en su vida de
inmigrante y en sus nostalgias por la patria lejana hacia la que retornó en
1923. Bencur qu escribió bajo el seudónimo “Martin Kukucin”, es el Cervantes de
los eslovacos y su obra citada, es valorada por sus compatriotas tanto como lo
es El Quijote de la Mancha entre los
pueblos de habla española).
Monumento a Martín Kukucin (Eslovaquia) |
La presencia y actividad de este
profesional, que por sobre todo era un intelectual, un humanista y filósofo,
habría de ser un regalo espiritual para una sociedad que por la época con tanto
sabor a esfuerzo pionero en lo económico, no privilegiaba en grado suficiente
los bienes del espíritu y la cultura[2].
Bencur
-o Kukucin- también fue autor de un volumen llamado Viajes por la Patagonia, el cual sin duda debe ser interesantísimo,
pero incomprensiblemente tampoco ha sido traducido al castellano. El sólo
título augura una lectura enriquecedora para el espíritu.
La
proverbial bondad del Dr. Bencur no fue obstáculo para denunciar con firmeza a
un tal Francisco Echelli por usurpador de
títulos, ya que éste pretendía abrir una droguería, haciéndose llamar dottore Echelli, no siendo más que un
delincuente común de la cárcel de Ushuaia. Y en otra faceta menos conocida,
sucedió al Dr. Ismael López como inspector de las casas de tolerancia, siendo a
su vez reemplazado más adelante por Abraham Dodds[3] [4].
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