martes, 7 de julio de 2015

V. LOS MÉDICOS GENERALES (séptima parte)



            Para semblanza del Dr. Mateo Bencur, y por estimarla inmejorable, citamos a la letra lo escrito por Martinic en su libro La Medicina en Magallanes:

            Mateo Bencur (pronúnciase “Béntzur”), que reemplazó a Lautaro Navarro como “Médico de Ciudad”, fue el otro profesional calificado de la época inicial del siglo XX. Formado académica y científicamente en la afamada escuela médica de Viena, arribó a Punta Arenas ya maduro en 1907. Alma grande, desde un principio se hizo notar por su versación profesional, por su bonhomía y su vocación humanitaria y espíritu de servicio. Fue así que no bien establecido se incorporó de lleno a la Cruz Roja[1], institución nobilísima creada en el Territorio de Magallanes hacía pocos años, y a la que prestó servicios señalados y continuados que le ameritaron el vivo reconocimiento de la comunidad, como con razón justiciera se recordaría al tiempo de su regreso a Europa.

Dr. Mateo Bencur
                 Tal labor fue una de las vertientes a través de las que desarrolló una admirable tarea filantrópica. Pero además la ejerció como médico de entidades mutuales y societarias, y particularmente en el servicio personal como profesional libre en la atención a sectores populares de la población puntarenense. Y lo hizo con tal abnegada dedicación y generosidad que mereció ser llamado “el médico de los pobres”. Allí, en el seno del pueblo precisamente, sería larga e intensamente recordada su bondad y su atención, porque el ilustre eslovaco no sólo puso su saber y su competencia profesional para aliviar el dolor de sus pacientes, sino además porque supo distribuir con afecto el bálsamo de la esperanza y el consuelo, tanto o más reconfortante espiritualmente que los remedios para el cuerpo.

            Hizo fama entonces no sólo por la habitual gratuidad de sus servicios profesionales cada vez que concurría a un llamado, sino porque en ocasiones inclusive pagó de su peculio los remedios que alguno de sus pacientes carentes de recursos no estaba en condiciones de adquirir en farmacias. Por su figura y su carácter se correspondía con la imagen clásica del comprensivo y bondadoso médico de familia, del que tantas novelas y películas nos han dejado descripciones e imágenes conmovedoras. Más bien bajo y con barba, portando su infaltable maletín, conducía su propio sulky tirado por un caballo y llegaba hasta los lugares más apartados y pobres de Punta Arenas. Es posible que esas vivencias las recogiera en su obra literaria cimera Mat Vola (La Madre llama), aunque de ello no hay certidumbre porque la misma, escrita en eslovaco, no ha sido traducida al castellano ni a otro idioma pese al tiempo transcurrido desde su publicación. (La novela se basa en su vida de inmigrante y en sus nostalgias por la patria lejana hacia la que retornó en 1923. Bencur qu escribió bajo el seudónimo “Martin Kukucin”, es el Cervantes de los eslovacos y su obra citada, es valorada por sus compatriotas tanto como lo es El Quijote de la Mancha entre los pueblos de habla española).

Monumento a
Martín Kukucin
(Eslovaquia)
             La presencia y actividad de este profesional, que por sobre todo era un intelectual, un humanista y filósofo, habría de ser un regalo espiritual para una sociedad que por la época con tanto sabor a esfuerzo pionero en lo económico, no privilegiaba en grado suficiente los bienes del espíritu y la cultura[2].

            Bencur -o Kukucin- también fue autor de un volumen llamado Viajes por la Patagonia, el cual sin duda debe ser interesantísimo, pero incomprensiblemente tampoco ha sido traducido al castellano. El sólo título augura una lectura enriquecedora para el espíritu.

            La proverbial bondad del Dr. Bencur no fue obstáculo para denunciar con firmeza a un tal Francisco Echelli por usurpador de títulos, ya que éste pretendía abrir una droguería, haciéndose llamar dottore Echelli, no siendo más que un delincuente común de la cárcel de Ushuaia. Y en otra faceta menos conocida, sucedió al Dr. Ismael López como inspector de las casas de tolerancia, siendo a su vez reemplazado más adelante por Abraham Dodds[3] [4].



[1] Fue su Director Médico entre 1909 y 1922.
[2] M. Martinic. Op. cit. Págs. 138 - 139.
[3] S. Fugellie. Op. cit. Págs. 45 – 46.
[4] Otras referencias al Dr. Mateo Bencur en el capítulo XIV.

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