En
los comienzos del siglo XX no existían los controles ambulatorios infantiles,
ni programas de vacunaciones, ni entrega de alimentos. Un paso fundamental en
la mejoría de la atención pediátrica fue dado por la Liga de Damas Católicas.
Sus objetivos generales estaban referidos a
la conservación de la fe cristiana en las familias, a la pureza de las
costumbres en la sociedad y a la colaboración para la formación de
instituciones de caridad a favor de los desvalidos, como asilos de huérfanos y
de ancianos. Sin perjuicio de los primeros, fue, en lo que interesa, en el
último de éstos en que se centró la acción de la Liga, particularmente en la
creación de una suerte de entidad derivada ad hoc, como fuera La Gota de
Leche, a la que se dio manejo autónomo[1].
La Gota de Leche, podría decirse, pasó a
ser el primer consultorio de atención primaria en Magallanes, funcionaba en
dependencias del Hogar Miraflores y se inició como entidad repartidora de leche
para combatir el raquitismo. Pero, es claro,
la actividad samaritana no paró allí, pues se complementó con una campaña
informativa acerca de las bondades de la lactancia natural, sobre el cuidado
que debía darse a la salud infantil e instrucciones sobre la alimentación de
los menores[2]. Se premiaba a la madre del niño mejor criado y a la casa mejor tenida y ordenada
(…) para estímulo a las madres para el mejor cuidado de sus hijos y a las
esposas para la mejor higienización de sus hogares[3].
Estimamos
necesario detenernos aquí en el estado y paradigmas sanitarios infantiles de la
segunda década del siglo XX, justamente por los años en que hacía su práctica
clínica en Magallanes la pediatra Elena Ancic[4], de manera de
irlos contrastando con lo recorrido hasta lo que ostentamos hoy, y que hubiese
sido inimaginable para los maestros de la medicina de entonces. Si bien
referidos a la realidad nacional, debieron ser enteramente extrapolables a
Magallanes las enseñanzas de ese gran maestro de la obstetricia que fuera el
doctor Carlos Mönckeberg Bravo[5].
Se
pensaba, por ejemplo, que ya desde el embarazo se podían predecir las
cualidades lecheras de la madre: al sexto mes los senos aumentan mas de volumen i se dibuja a través de la piel una
red venosa finísima “red de Haller” que permite el suponer de antemano si la
futura madre va o no a ser buena nodriza[6]. Toda mujer es capaz de amamantar bien,
según se sabe hoy, y en ello no incide para nada el color de su piel, no
obstante que en las más blancas sea más notoria la susodicha red de Haller. Otra curiosa creencia era
que los gemelos univitelinos eran producto de la fecundación de un óvulo por un
espermio de dos cabezas. Estos espermatozoides bicéfalos se encontrarían en mayor proporción en hombres sifilíticos, y
en cualquier caso el embarazo gemelar
univitelino es considerado hoy como una monstruosidad (corioanjiópagos)[7] (…) cuyos
sistemas vasculares están unidos entre los dos seres i cuyos cuerpos están
separados[8]. También se supone que pasan sustancias del feto a la madre; lo cual tiene una
gran importancia para esplicar el problema de la telegonía o impregnacion de la madre por su hijo i
vice-versa, o sea que un feto sifilítico trasmita su infeccion a la madre i así
se esplica que una mujer que se casa dos veces i cuyo primer esposo haya sido
un sifilítico i el segundo sano, puede un hijo de este segundo matrimonio nacer
sifilítico por impregnacion. El organismo de la madre ha retenido las toxinas
del primer hijo sifilítico i las ha dado al segundo[9]. (…) i por último casi siempre estas enfermas que
tienen embarazos gemelares univitelinos son enfermas taradas: la mayoria son sifilíticas.
(…) todos estos niños de embarazos univitelinos son de mala semilla (mauvais
grain de los franceses)[10]. Sin embargo de la obsolencia de estos
asertos, destaca la preocupación por la sífilis, que refleja la gran
prevalencia de dicha enfermedad por aquellos años. Los avances en diagnóstico y
tratamiento la hacen hoy por hoy totalmente manejable, y no es un problema
mayor en la salud pública. El progreso fue lento, eso sí. Recién en 1944 se
implementó en la maternidad del Hospital de Asistencia Social la reacción de
Kahn[11]. Actualmente,
con el uso de la reacción de VDRL en los controles rutinarios de embarazo, y
con el advenimiento de la penicilina, la sífilis en los recién nacidos es de
ocurrencia poco frecuente y en todo caso de fácil tratamiento.
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