Jefes del Servicio de Pediatría:
Exequiel Barroso Cid
José Arcuch Cabezas
Carmen Pino Valdés (1971 - 1995)
Nino Valdés Vargas (1996 )
Patricia
Amarales Osorio ( - 2001)
Matías
Vieira Guevara (2002 - 2004)
Patricia Amarales Osorio (2005 - 2014)
Fernando Bracho Milic (2015)
A
fines del siglo XIX no había pediatras en Magallanes, como hemos visto. Los
médicos generales suplían esta falta, probablemente más bien que mal. Sin
embargo se recurría más a la medicina popular, y también a las ofertas de las
boticas. Es así como en “El Magallanes” en 1894 se publicitaba –campaña del
terror- el Pectoral de Cereza del Dr.
Ayer. La enfermedades mas penosas y fatales de la garganta y los pulmones
principian generalmente por peligrosos desórdenes que se curan fácilmente si se
les aplica en tiempo el remedio propio. La dilacion suele ser fatal. Los
resfriados y la tos si no se cuidan pueden degenerar en Laringitis, Asma,
Bronquitis, Pulmonia, ó Tisis. Para estas enfermedades y todas las afecciones
pulmonares, el mejor remedio es el Pectoral de Cereza del Dr. Ayer. Las
familias donde hay niños deben tenerlo siempre en casa para administrarlo
inmediatamente que se necesite. El retraso en un día en combatir la enfermedad
puede en muchos casos retardar la cura y hasta hacerla imposible. No debe por
lo tanto perderse un tiempo precioso experimentando otras medicinas de eficacia
dudosa, sino aplicar de una vez el remedio mas seguro y mas activo en sus
efectos[1]. La ingenuidad popular era sabiamente
explotada, más tomando en cuenta la facilidad con que, por aquel tiempo,
fallecían los niños.
Solían
encontrarse en la prensa algunos artículos, tomados de otras publicaciones y
probablemente visados por el doctor Lautaro Navarro, director de “El
Magallanes”. Es así como nos encontramos con una extensa columna tomada de la Revista de la Sociedad Protectora de la
Infancia, Valparaiso, en que en 1897 se daban recomendaciones útiles a las
madres a propósito de los baños de los bebés y niños mayores. Extractamos las
partes que nos parecen más notables[2]:
Refiriéndose
al baño del recién nacido, decía que La
temperatura del baño debe ser de 34°. Se podrá agregar 40 a 50 gramos de harina
de mostaza si el niño es débil o poco vivo. Después del baño (…) se espolvorea
polvo de almidon, talco o licopodio[3], sobre todo en los pliegues naturales. (…) Es
inútil i puede ser peligroso dar baños frios a esta edad, i cuando se
administren, debe ser solo sumerjirlos en el agua i sacarlos inmediatamente. El
baño frio no será prescrito sino en ciertos i determinados casos, i no con el
fútil pretesto de hacer mas vigoroso al niño. Este método, que lo llaman
ingles, es peligroso porque los espone a bronquitis i bronco-neumonias
terribles.
Refiriéndose a los baños en
lactantes y niños mayores, recomendaba algunas sustancias a agregar al agua: Los mas diariamente empleados son: baños de
tilo, se hace una infusion de 50 gramos de flor de tilo i se mezcla con el agua
del baño; se le puede agregar tambien 10 a 20 gramos de hojas de naranjo. Para
los baños sinapismados se colocan en un saco 50 a 100 gramos de harina de
mostaza, se moja en agua fría y despues se sumerje en el agua del baño. Los
baños astringentes de hojas de nogal se preparan con 150 a 300 gramos de esta
materia, como los baños de tilo. El baño salado se prepara con 1 a 2 kilógramos
de sal de cocina; los baños alcalinos con 100 a 200 gramos de carbonato de
soda. Los baños de sangre, de vino, de leche han caido en desuso.
Conseguir
hojas de naranjo o nogal en la Punta Arenas de fines del siglo XIX, tal vez se
podía con dificultad en alguna hierbería. ¡Ni qué decir de las flores de tilo!
De tan difícil realización eran también las recomendaciones respecto a los
baños de mar, sin embargo de lo cual no resistimos la tentación de extractar
algunas curiosidades:
Los baños de mar son mui útiles a la mayor
parte de los niños, cuando ellos tienen ya 4 años principalmente si son
delicados, linfáticos, sin ser nerviosos ni demasiado escitables.
(…)
El aire de mar (…) trasforma en
pocas semanas a los débiles i anémicos hasta el punto de hacerlos inconocibles.
Se sabe que la permanencia en la playa conviene principalmente a los
escrofulosos i raquíticos[4]; pero es peligroso a los reumáticos, a los hijos de
los gotosos i artríticos, a los nerviosos, coréicos, histéricos, epilépticos,
asmáticos, brónquicos.
(…)
El niño que va al mar deberá ser
sometido a cierta hijiene especial; sus vestidos serán de lana o franela (…).
Su alimentacion se compondrá de carnes blancas, pescado, huevos, leche,
legumbres; se le prohibirá las carnes negras, los crustáceos, los guisos
aliñados, el vino puro, el té, el café i los licores. Deberá acostarse
temprano; jamas trasnochar ni asistir a teatros u otros paseos nocturnos.
[1]
Periódico “El Magallanes”, 27 de mayo de 1894.
[2]
Periódico “El Magallanes”, 28 de noviembre de 1897.
[3]
Planta de la familia de las licopodíneas, por lo común rastrera, de hojas
simples, gruesas e imbricadas, que crece ordinariamente en lugares húmedos y
sombríos (diccionario RAE).
[4]
Cierto, al menos en lo referente a los raquíticos. Ver capítulo XIII.
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