La
viabilidad del feto según su edad gestacional ha presentado asombrosas y
positivas variaciones. En la época en referencia no sólo se consideraba
inviable un feto de pretérmino sino además había impedimentos legales para
intentar su reanimación, como enseñaba Mönckeberg: Es viable aquel niño que puede vivir separado de su madre; segun la lei
es viable un niño de ciento ochenta dias (seis meses). Segun la obstetricia es viable un niño a los doscientos diez dias, o
sea a los siete meses. Los niños nacidos ántes de esta época sobreviven en
rarísimas ocasiones[1]. Sin embargo, hai un caso (…) de un niño de
novecientos cuarenta gramos, nacido en el quinto mes i que sobrevivió[2]. En cuanto a
los embarazos triples, generalmente son
niños mui prematuros que rara vez se conservan[3].
Ya
se tomaban en cuenta, sin embargo las enseñanzas de Pierre Budin (1846 - 1907)[4], quien
observaba una mayor sobrevida de prematuros con aumento de la temperatura
ambiental[5]:
MORTALIDAD
Peso
al nacer T° de
32°C ó menos T°
33,5°C
Hasta
1.500 gramos 98
%
97,3 %
1500
– 2000 “ 97,5 % 85,6 %
Mas
de 2000 “ 75 %
79,2 %
Las
tablas no resisten mayor análisis estadístico, radicando su valor más en la acertada
intuición del investigador que en la evidencia científica.
Con el
desarrollo y el estado actual de la neonatología, se podría decir que no hay
límites para intentar salvar a un prematuro, independientemente de su edad
gestacional y peso. En julio de 1999 nacía en Punta Arenas la niña
María Alejandra Sáez Paredes, quien aparte de su prematuridad era extremadamente pequeña
para su edad gestacional, pesando al nacer 427 gramos, y midiendo 29
centímetros. Con el esfuerzo de sus padres y de todo el personal de la Unidad
de Neonatología del Hospital Regional de Punta Arenas “Dr. Lautaro Navarro
Avaria”, en donde se contaba con recursos tecnológicos de primer orden, y con
el manejo adecuado de profesionales capacitados y motivados, María Alejandra
era dada de alta a los 4 meses de vida, pesando 2.190 gramos y midiendo 42
centímetros. Al cumplir un año era foto de portada en La Prensa Austral, destacándose que se encontraba en perfectas
condiciones de salud[6]. A los doce
años vivía una vida normal, cursando quinto año básico en la Escuela Manuel
Bulnes[7].
Si
bien hoy en día la mayoría de los partos se resuelven por cesárea, conducta por
lo demás controvertida, parece ser que en tiempos del profesor Mönckeberg esta
operación definitivamente no se efectuaba. Decían sus lecciones, refiriéndose
al parto en presentación de vértice pero en
posiciones posteriores, que hai
varias circunstancias que influyen en el pronóstico (…) haciéndola mas o menos
grave; así las primíparas de mas de treinta y dos años tienen un pronóstico
reservado (…). Tambien depende el pronóstico del tamaño del niño, especialmente
si se trata de primíparas. Los niños mui grandes jeneralmente se mueren.
Depende por último el pronóstico, de una serie de circunstancias, como ser:
ruptura prematura de las membranas, mayor o menos duracion del parto, mayor o
menor competencia de la persona que asiste[8]. En cuanto a la
presentación de cara, la mortalidad para
la madre llega a un dos por ciento i para el feto es mucho mayor, veinticinco
por ciento o mas (…). La mortalidad del niño se esplica por la compresion del
cordon, el cual puede insinuarse en los resquicios que deja la parte presentada
produciendo procidencia y despues compresion[9]. Y así en las
presentaciones de frente la mortalidad neonatal era de cincuenta por ciento y
de veinte por ciento en la de nalgas. Cualquier situación de este tipo sería
actualmente inaceptable, y aparte de la tragedia que significaría la pérdida de
vidas humanas, los responsables tendrían que enfrentar más de algún proceso
judicial.
[1] C.
Gómez y G. Morales. Op. cit. Pág. 56.
[2]
Ibíd. Pág. 298.
[3]
Ibíd. Pág. 193.
[4]
Médico francés, considerado el padre de la neonatología moderna.
[5] C.
Cómez y G. Morales. Op. cit. Pág. 301.
[6]
Diario “La Prensa Austral”, 12 de julio de 2000.
[7]
Diario “La Prensa Austral”, 18 de noviembre de 2011.
[8] C.
Gómez y G. Morales. Op. cit. Págs. 134 - 135,
[9]
Ibíd. Pág. 145.
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