sábado, 11 de julio de 2015

V. LOS MÉDICOS GENERALES (octava parte)



            Por 1919 ejercía en Punta Arenas el doctor Daniel Acuña, trasladándose luego a Puerto Natales, donde prestaba servicios rurales a las estancias de la Sociedad Explotara de Tierra del Fuego. No siendo contratado por dicha empresa ganadera, cobraba sus honorarios por cada atención. El siguiente episodio, citado a Martinic, retrata su dedicación y sacrificio por cumplir con su desempeño profesional, y también su empeño en ser retribuido en forma justa.

            (…) fue llamado varias veces desde la zona rural para prestar atención a heridos o enfermos, entre ellos a una mujer de la estancia “Cerro Guido” que tenía síntomas de aborto, por lo que su caso era urgentísimo, dada la pérdida de sangre. Para ello el doctor Acuña viajó en su propio automóvil en el que demoró seis horas en llegar a la estancia (hoy día puede hacerse el trayecto en menos de dos horas). Allí se enteró de que la enferma era la esposa del ovejero Charles Wilson, cuya casa estaba muy distante del casco principal. Cambió entonces de vehículo y luego de otras tres horas de marcha, ya en plena noche, llegó al domicilio en que se esperaba con real angustia. Cuatro horas después había concluido el procedimiento y consiguió salvar la vida de la mujer. Sus honorarios en el caso fueron de 250 libras esterlinas, de cuya cancelación demandó a la administración de la estancia, desde donde se había hecho el llamado, pago que le fue negado por cuanto se estimó que debía cancelar el ovejero Wilson. Acuña retornó enojadísimo a Puerto Natales, porque además averió su automóvil al conducir sobre una huella malísima y bajo una lluvia torrencial. Como el caso era parecido a otras experiencias anteriores, el médico reclamó a la Gerencia de Punta Arenas el abono correspondiente, afirmando que en lo sucesivo no concurriría a un nuevo llamado sin que antes se le garantizara el pago de su servicio profesional. Finalmente se le canceló lo cobrado, aunque se juzgó que se trataba de honorarios muy elevados, y se le invitó a exponer las condiciones bajo las cuales podría ofrecer sus servicios profesionales a las estancias[1].

Dr. Oscar Munizaga Ossandón
             Oscar Munizaga Ossandón, llegado en la década de 1910, sucedió a Bencur como médico de ciudad y como Director Médico de la Cruz Roja y a Ismael López como director del Hospital de Caridad.

            En 1923 se desempeñaban los médicos Alberto Molina y Álvaro Sanhueza Líbano, quienes efectuaron un estudio sobre la prevalencia del raquitismo entre la población escolar[2]. En el transcurso de esa década arribaron Irma Herrera Pérez, Osvaldo Muñoz, Alfredo Jiménez, Carlos Uhrmacher, Mauricio Heyermann, Mateo Domic y Elena Ancic de Barrios, a quien nos referiremos en el siguiente capítulo.

            La mayoría eran médicos graduados en el país, con excepciones como el doctor Carlos Uhrmacher, quien se tituló en Berlín, y Mateo Domic con estudios en Zagreb, Berlín y París. Este último fue el iniciador de la radiología en Magallanes, luego imitado para sus consultorios e introduciendo equipos de rayos X en ellos, por los doctores Alfredo Jiménez y Oscar Munizaga[3].

            En Porvenir ejercía la profesión el doctor Juan Garafulic, croata de nacimiento pero formado en Chile, que había llegado a Punta Arenas en 1925 y que se instaló posteriormente, en 1928, en el poblado fueguino, en el que permanecería por casi una década. En Puerto Natales ejercía el doctor Eugenio Retamal desde principios de los años 20, quien prologó su permanencia hasta 1930[4].

            Terminamos aquí esta reseña de los médicos que de una u otra forma pudieron haber influido en la salud de los niños, y con el menor o mayor detalle sobre cada uno de ellos según los datos de que disponemos. A contar de la doctora Ancic de Barrios nos abocaremos solamente al trabajo profesional de los pediatras, salvo aportes significativos al bienestar sanitario infantil de otros especialistas o médicos generales.

                       



[1] M. Martinic. Op. cit. Págs. 150 - 151.
[2] Ver capítulo XIII.
[3] M. Martinic. Op. cit. Pág. 192.
[4] M. Martinic. Ibíd. Págs. 192 - 193.

1 comentario:

  1. Felicitaciones por tu acuciosa investigación, transmite el respeto y cariño a tu profesión, me has tenido toda la mañana del domingo leyendo. No había comentado antes, porque me gusta leer y comprender la lectura. (Ahora demoro un poquito más hacerlo). Saludos y continuaré esperando la próxima entrega.

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