sábado, 18 de julio de 2015

VI. LOS PEDIATRAS (segunda parte)



La pediatría como especialidad médica cobró forma y eficacia preventiva y curativa, gracias a la inspirada dedicación del doctor Guillermo Adriazola Espejo, que se había formado a la vera de su maestro y mentor doctor Arturo Scroggie en el Hospital “Roberto del Río”. Gracias a la preocupación de Adriazola la sala de niños del Hospital de Asistencia Social, con atención médica especializada permanente, fue una realidad consoladora y estimulante, en una tarea a la que luego se sumaron los doctores Jaime Barros Pérez-Cotapos, Rafael Talma y más tarde Guillermo Stegen[1].

Dr. Guillermo Adriazola Espejo
Foto c. 1946
            El Dr. Guillermo Adriazola Espejo fue director del Hospital de Asistencia Social, regidor municipal, intendente, presidente del Partido Radical de Punta Arenas, candidato a diputado y presidente de la Asociación Médica de Magallanes. Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, partió rumbo a Magallanes (…) por mera casualidad. Me regalaron un pasaje a Punta Arenas y me fui. Pretendía estar un tiempo allá y venirme al Hospital Roberto del Río donde me formé como pediatra, y ojalá iniciar una carrera universitaria como médico y académico. Al final, me quedé diecisiete años y me dediqué a la salud pública[2]. A su llegada en 1932, rápidamente fue contratado como pediatra del Hospital de Asistencia Social. A poco andar, y dadas sus sobresalientes cualidades y su interés por la salud pública, se le ofreció la dirección del establecimiento, cargo que inicialmente rechazó: Yo estaba pensando venirme a Santiago en el plazo de seis meses a un año y no me parecía propio aceptar un cargo que iba a dejar. Sin embargo insistieron, así que acepté pero con la condición de hacerme cargo del puesto sin sueldo. Sin embargo, como el nombramiento oficial lo requería, se me fijó una remuneración mensual de un peso y durante un año y medio trabajé como director por esa cantidad[3]. Paralelamente ejercía la pediatría en su consulta privada, lo cual le permitía mantenerse, hasta que finalmente decidió radicarse y aceptó el cargo de director en forma regular, el que ejerció hasta 1948. Es así como llegó a ser uno de los directores de hospital en Magallanes que por más largo tiempo ha permanecido en el puesto: dieciséis años.

En 1946, siendo destacado dirigente del Partido Radical, el presidente Juan Antonio Ríos lo nombró Intendente interino de la provincia, cargo público que desempeñó durante seis meses y medio. Cerró su consulta privada y, con licencia en su función directiva del hospital, se dedicó a fondo a su cargo público. Como muestra de su gestión quedó la creación del consulado chileno en Río Grande; pasaje gratuito -en barco, obviamente- de tercera clase para los indigentes de la provincia; inclusión de un edificio propio para el plan de construcción de la Escuela Industrial Armando Quezada Acharán; designación de un médico escolar para Puerto Natales; obtención de un millón de pesos para iniciar la obra gruesa del edificio del Liceo de Niñas; y decisivas gestiones para que las Torres del Paine se convirtieran en parque nacional. Al finalizar su breve mandato, el diario El Magallanes editorializaba: Su preocupación por los destinos de la zona no se limitó a Punta Arenas, sino que llegó personalmente a Ultima Esperanza a imponerse de sus asuntos administrativos más urgentes y pidió constantemente, en los que respecta a Tierra del Fuego, informes sobre la vida y las necesidades de esa población[4].

Renunció por divergencias políticas con el nuevo presidente Gabriel González Videla, retomando su cargo hospitalario y su consulta privada. En su afán de permanente perfeccionamiento de la función directiva, se había dado cuenta -y en eso fue un adelantado- de que no basta con ser médico y tener buena voluntad para dirigir un hospital, sino también hay que contar con conocimientos administrativos y financieros. Partió entonces a Santiago a la Escuela de Salubridad a hacer un curso de salud pública, con la idea de aplicar sus conocimientos en Punta Arenas. Pero -¡como a tantos otros!- se le ofrecieron oportunidades imposibles de compatibilizar con su vida en la provincia, y nunca más regresó. Quizás el recuerdo más grato que tengo de Magallanes, decía en 1997, es la despedida que me brindaron. Yo anuncié que me iba en tal fecha y durante más de un mes no almorcé, ni cené en casa, porque las instituciones, los amigos, me despidieron de todas las formas posibles. Con esto me di cuenta que me había querido mucha gente y que valió la pena haberme esforzado tanto.

Por el excelente rendimiento en sus estudios le ofrecieron una beca con todos los gastos pagados en la Escuela de Salud Pública de Harvard, de donde regresó como master en la disciplina. Luego practicó la docencia en la Escuela de Salubridad, institución de la cual llegó a ser director. Participaba activamente en el recién iniciado debate sobre la anticoncepción. Se oponía tenazmente, alegando que no había sobrepoblación. Opinaba que se necesitaban más conocimientos, más investigación científica, más demostración de resultados, antes de una intervención. En 1964 participaba activamente en los debates sobre el tema en las I Jornadas Rotarias sobre Problemas Sociales de la Infancia, efectuadas en Santiago. Miembro activo de la Sociedad Chilena de Pediatría, su interés por brindar a los niños un desarrollo integral desde el núcleo básico de la sociedad lo llevó a crear la Asociación de Protección a la Familia y el Consejo Nacional de Orientación Familiar, ambas instituciones sin fines de lucro[5].

Su prestigiosa carrera en Chile culminó con el decanato de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Después del golpe de estado de 1973 se le veía desempeñándose como pediatra de atención primaria en el consultorio de La Palmilla[6], lo que sin duda para ese establecimiento constituía un lujo. También trabajó en Puerto Rico y California, siendo consultor de las Organización Mundial y Panamericana de la Salud[7]. Falleció en Santiago el 21 de septiembre de 2005, a los 97 años de edad.

Dr. Guillermo Adriazola Espejo
1997




[1] M. Martinic. Op. cit. Pág. 195.
[2] Entrevista en diario “La Prensa Austral”. Edición dominical “El Magallanes”, 23 de febrero de 1997.
[3] Ibíd.
[4] Diario “El Magallanes”, 1947.
[5] Diario “El Mercurio”, 1 de octubre de 2005.
[6] Testimonio personal Dr. Alfonso Robles Rivera, 2000.
[7] Diario “El Mercurio”, 1 de octubre de 2005.

1 comentario:

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