sábado, 15 de agosto de 2015

VII. LAS MATRONAS Y LOS MATRONES (primera parte)


            La matronería es consustancial e imprescindible a la pediatría, puesto que provee de la materia prima para el oficio. Se puede decir que hay cuatro etapas en su práctica, y tal vez en Magallanes se replica la historia universal en este sentido. Inicialmente ejercida por comadronas o parteras, mujeres que con pocos conocimientos científicos pero con la habilidad que les daba el aprendizaje práctico, asistían los partos en los domicilios. Respetadas por la comunidad, en este caso la mayoría provenientes de Chiloé, acudían a toda hora y servían a pobres y ricos. En una segunda etapa fueron llegando matronas con estudios universitarios, situación que se produjo a fines del siglo XIX, las que atendían y controlaban a las embarazadas en sus consultas, y en sus comienzos, y por no haber hospital -o por exigencia de las clientas- seguían asistiendo los partos en domicilio. En la tercera etapa, ya avanzado el siglo XX, se fue prefiriendo la atención hospitalaria, con matronas contratadas por los nosocomios, con lo cual los riesgos de fatalidades fueron disminuyendo progresivamente. Y finalmente y hasta la actualidad, las matronas fueron diversificando su quehacer, y no solamente asisten partos sino también tienen una labor primordial en los establecimientos de atención primaria, especialmente en el aspecto educativo y en el control de las embarazadas, pesquisando patologías, y otras como los controles de las puérperas y sus retoños, y la planificación familiar. También han asumido la enfermería del recién nacido, siendo fundamentales en la unidades de neonatología, donde se ha experimentado un progreso asombroso desde fines siglo XX[1]. Y, como se verá más adelante, en esta etapa comienza el inicialmente controvertido ingreso de los varones a esta noble profesión.

              Entre las comadronas o parteras de la primera etapa figura el registro de una tal Toribia Benavides, quien falleció en los sucesos del motín de los Artilleros en 1877[2].
            En todo caso, y dada la corriente inmigratoria de fines del siglo XIX y comienzos del XX, el aumento de la población se hacía más por este fenómeno que por nacimientos.
            Sucedía a veces que los partos se producían en donde les llegara la hora, sin posibilidad de contar con el auxilio ni de partera ni de matrona, como era el caso del mundo rural. Si no había una familiar o vecina con experiencia, tenía que asumir la responsabilidad el padre de la criatura, o bien la parturienta valerse por sí misma. Lo prueba lo acontecido en Laguna Romero, en un puesto de ovejero de la antigua estancia “Dinamarquero” (…) Allí Susan Cameron de Stewart dio a luz con toda felicidad a una creatura de sexo femenino, luego bautizada Jessie, el día 10 de octubre de 1903.(…)Mac Lean y su esposa Mary Ann Cameron, en tanto que pobladores rurales, fueron padres de trece hijos nacidos entre 1895 y 1920, de los cuales ocho nacieron en pleno aislamiento campesino y el resto en el naciente Puerto Natales, todos los cuales vivieron hasta una edad muy avanzada (…)[3]. Es una notable demostración de las aptitudes paridoras de las hermanas Cameron, y de su buena suerte. Cualquier complicación posiblemente hubiera llevado a la muerte de la madre o de su  recién nacido, pasando por el seguro daño cerebral si alguno hubiese sobrevivido a una asfixia perinatal.



[1] Ver capítulo XIX.
[2] M. Martinic. Op. cit. Pág. 96.
[3] M. Martinic. Ibíd. Págs. 157 - 158.

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