Carmen
Pino Valdés nació en Antofagasta, estudió medicina en la Universidad de
Concepción, titulándose de médico cirujano en julio de 1961. Efectuó su beca de
especialización en pediatría en el Hospital Roberto del Río. Llegó a Punta
Arenas en 1967, contratándose como médica pediatra del Servicio Nacional de
Salud para ejercer en el Hospital Regional “Dr. Lautaro Navarro Avaria” y
consultorios “Miraflores” y “18 de Septiembre”. Desde septiembre de 1971 hasta
su retiro, en 1995, fue Jefa del Servicio de Pediatría.
Estos
fríos datos biográficos de ninguna manera reflejan la enorme calidad humana y
profesional de Carmen Pino. Entregada por entero a su profesión, no formó
familia propia. Fue la más querida entre sus amigos y colegas, querida y
respetada por todo el personal que durante tantos años colaboró con ella en el
Servicio de Pediatría, y amada por sus innumerables pacientes-hijos.
Aceptó
cuanta jefatura de programa se le puso por delante, no por afán de figurar,
sino de servir. Permanentemente estimulando a sus colegas a estudiar y
perfeccionarse, en ello dio el mejor ejemplo. Exigente como la que más, pasaba
visita en las tardes escribiendo comentarios en las fichas con su letra casi
ilegible, y corrigiendo las indicaciones médicas.
Dra. Carmen Pino Valdés |
Postulada
por la Filial Punta Arenas de la Sociedad Chilena de Pediatría en dos
oportunidades al Premio Dr. Julio Schwarzenberg Löbeck que otorga anualmente
esta sociedad científica al más destacado de los pediatras de Chile, tal vez pecamos en no saber enfatizar sus
méritos. Pero sin duda la misma Carmen fue cómplice de esta negligencia, puesto
que su modestia y confeso desagrado por las distinciones le llevaron a negarse
a colaborar en la elaboración de su currículum[1]. Con su salud quebrantada, trabajó
innecesariamente más allá de lo recomendado por sus médicos, sus amigos y la
prudencia.
Dice
el doctor Ramiro González: Recuerdo la
gran cantidad de niños graves que ella salvó y todo lo que me enseñó. Creo que
muchas generaciones de magallánicos crecieron, enfermaron, sanaron y muchas
veces salvaron gracias a ella. Creo que la ciudad, al igual que yo, aun la
tiene en la memoria[2].
Testimonia
también la doctora Dolores Pavón, sobre su trabajo a fines de la década de
1970: Éramos cinco los personajes que
atendíamos al total de la población infantil de toda la región. Aaaaaah… y ahí
estaba ella, nuestra gran jefa y maestra, la que con el tiempo también fue mi
primera gran, gran amiga: Carmen Pino Valdés. No cabrían aquí los grandes
recuerdos y agradecimientos que para ella tengo. Siempre digo que me marcó y me
hizo lo que soy como médico, de lo que luego de cuarenta y más años estoy muy,
pero muy orgullosa[3].
Al día siguiente
de su fallecimiento aparecieron publicadas en La Prensa Austral las siguientes líneas de autoría anónima, que
luego trascendió se debían al antiguo radiólogo magallánico Dr. Gian Mario Passano:
Nos dejó hace ya algún tiempo. Partió a
encontrarse con lo que ella sabía inexorable. Se fue callada, asumiendo su
futuro con entereza y hasta orgullo. No quiso ni aceptó compartir su dolor,
compañero inseparable de sus últimos años, con nadie. Carmen perteneció a esa
estirpe de médicos de elite que tanto prestigio y honra han dado a la Patria.
Mucho debe la medicina magallánica
de los últimos treinta años a su labor pionera en el desarrollo de una
pediatría moderna, de alta calidad, eficiente y humana. Numerosas de sus
semillas intelectuales hoy florecen con galanura en el Servicio de Pediatría
del Hospital Regional.
Fue una jefa de servicio seria y
ecuánime. Trabajadora tenaz, formadora de especialistas, aglutinadora dinámica
de equipos de salud infantil, surgente creadora de pautas y normas de trabajo
que conformaron los cimientos del alto nivel que ha logrado la pediatría local
en el ámbito nacional.
Lo hizo con lo que era ella: menuda
y frágil, hormiguita infatigable, mujer de palabras cortas y corazón grande.
Líder natural e indiscutible, sencilla, humilde y práctica. En lo personal, su
aspecto adusto ocultaba una timidez y un interior suave, generoso y ultrasensible.
Culta, viajera impenitente. Interlocutora siempre amena e inteligente. Poseía
una fina ironía y un especial sentido del humor.
No tuvo hijos propios, pero
centenares ajenos, incluyendo los míos, conocieron de su abnegación,
conocimientos y dedicación. Irradiaba serenidad, confianza y fe.
Su partida enluta y entristece no
sólo a sus pares sino a toda la familia magallánica. Te recordaremos con
afecto, Carmen, jardinera de niños. Dios te bendiga[4].
Desde
2002, y a instancias de la Sociedad Chilena de Pediatría Filial Punta Arenas,
el Servicio de Pediatría del Hospital Regional, y más tarde el del Hospital
Clínico de Magallanes “Dr. Lautaro Navarro Avaria”, oficialmente han adoptaron
la denominación de Servicio de Pediatría
“Dra. Carmen Pino Valdés”.
Hola, quiero agradecer estas hermosas palabras hacia mi tia. Una mujer extraordinaria, siempre profesional y preocupada por todos sus colegas y pacientes. Vuelto a agradecer sus palabras y que se haya dado el tiempo de escribir sobre ella.
ResponderEliminarSaludos.
Patricia Blazina Pino
Hola, quiero agradecer estas hermosas palabras hacia mi tia. Una mujer extraordinaria, siempre profesional y preocupada por todos sus colegas y pacientes. Vuelto a agradecer sus palabras y que se haya dado el tiempo de escribir sobre ella.
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Patricia Blazina Pino