Ese mismo año de
las prohibiciones -1855- Schythe informaba que, aparte de la obtenida del puente para arriba, la población se
surtía de agua de los tres pozos
artesianos que he abierto en la ciudad[1].
1919 |
Y sin embargo
sucedía que, obviando brotes ocasionales y de poca gravedad, a pesar de esta pésima condición no hai
enfermedades como fiebres tifoideas, disenterías, etc. No se ha demostrado aquí
el cólera asiático pues no ha habido un solo caso[2]. Se mantuvo
durante años esta actitud vigilante, que pudiéramos comparar con una verdadera
expectación armada, ante la amenaza cierta y asumida, constituida por la
contaminación de las aguas. Se temía que, si no se hacía algo para mejorar la
higiene ambiental, sobrevendría algo pavoroso.
En noviembre de
1894, “El Magallanes”, exponía en su editorial la situación de los países
europeos respecto al consumo de agua potable, como comparación con la realidad
puntarenense:
No hay en Europa aldea, por humilde que sea, que no
cuente con una fuente pura y con cañería de agua potable, seria muy difícil á
sus habitantes concebir que pueda existir en el mundo un lugar tan dejado de la
mano de Dios y del… Gobierno, que tenga que apagar su sed con agua estraida de
norias, perforadas á corta distancia de las cloacas ó de los pozos donde se
arrojan las aguas sucias y los desperdicios de la cocina. Sin embargo, esto
sucede precisamente en Punta Arenas. Ah! Si se examinara al microscopio, se
encontraria que esa agua no contiene familias de microbios por millones, sino
por miriades de millones. Casi puede disculparse se beba tanto vino, tanto
licor, porque entre ser pasto de microbios ó el sueño de una embriaguez, hay
motivo para preferir lo último.
(…)
Será ilusorio esperar que el Gobierno se decida á
pensar en modificar la situación actual respecto á agua potable ni ninguna
otra, por mas que ellas afecten á la vida misma de la Colonia. Encerrado en el
marco de hierro de los presupuestos, cuyos ítems son el caballo de batalla de
los políticos de todos los partidos, le será imposible inflarlos un poquito en
beneficio de Punta Arenas.
A continuación
hacía un llamado al Gobierno a crear la municipalidad de Punta Arenas, con lo
cual, estimaba el periódico, se facilitaría la ejecución de obras en beneficio
de la población. Y concluía: Lo malo es
que no prestaran oido á nuestras peticiones porque ni se preocupan de nosotros,
ni nos leen. Esa es la verdad[3].
Lautaro Navarro refrendaba
las observaciones ya expuestas, diciendo que en 1898 todo el vecindario se proveía de agua de pozos i a pocos metros de
éstos se hallaban las fosas-letrinas. Las basuras, los desperdicios no se
estraían, se enterraban en otros fosos i cuando se llenaban, se abrían nuevos
al lado. Así se iba infectando el suelo.
Por suerte la
temperatura, de ordinario baja, impide las fermentaciones en grande escala, i
por otra parte los fuertes vientos (…) arrastran los miasmas i secan
rápidamente el suelo.
No había reglamentación alguna en materia de hijiene
pública. Nos bastará recordar las condiciones en que se beneficiaban los
animales cuya carne consumía el público, en inmundos casuchos de madera, sin
piso, situados en la orilla del río[4].
[1] R. Vera. Op. cit. Pág. 126.
[2] Carta de 8-XI-1888 del Dr. Lautaro
Navarro al Dr. Eduardo Moore, de Santiago. Citado por M. Martinic en Op. cit. Pág.
85.
[3]
Periódico “El Magallanes”, 25 de noviembre de 1894.
[4] L.
Navarro. Censo Jeneral de Población i Edificación, Industria, Ganadería i
Minería del Territorio de Magallanes República de Chile. (Punta Arenas, 1908),
tomo II, págs. 399 y 400. Citado por M. Martinic en PUNTA ARENAS SIGLO XX.
Págs. 176 - 177.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
LAS CRÍTICAS SON BIENVENIDAS, EXCEPTO LAS FALSAS ADULACIONES.