En cuanto a la
vestimenta de los niños sélknam, de uno y
otro sexo usaban capas como sus padres; las de los pequeños estaban hechas con
las suaves pieles de los guanacos muy jóvenes, aunque no eran muy adecuados
para el mal tiempo, pues se empapaban fácilmente con la lluvia. Siempre que el
tiempo lo permitiera, los varones correteaban completamente desnudos, las niñas
se despojaban de sus capas pero conservaban siempre sus pequeños delantales. He
oído a un ona reprochar a su mujer el haberle permitido a su hijita, una
criatura de seis o siete años, jugar sin haberse puesto el delantal[1].
El nomadismo
sélknam les había enseñado el modo de criar, alimentar, vestir y transportar a
sus hijos, siempre en movimiento. Así es como las mujeres (…) Además del kohiyaten
usaban una capa similar a la de los hombres, pero más pequeña. Se llamaba nahk-oli
(capa de mujer), y a diferencia de la
masculina, se sujetaba alrededor de los hombros con dos tiras de cuero. Cuando
la madre llevaba a su hijito sobre la espalda, para abrigarlo lo metía dentro
del oli. Por fuera se extendían los moji, formando una pequeña red que semejaba una
hamaca en miniatura. Si la madre llevaba otra carga, el niño iba sentado sobre
ella, pero siempre dentro del oli. Las
mujeres nunca llevaban a los niños en brazos cuando debían recorrer alguna
distancia[2].
Sélknam |
(…)
Yo había visto a menudo los ojos brillantes de los
niños onas, espiando por encima de los hombros de sus madres, protegidos y
felices como en un nido, detrás de sus espesas melenas; además estaba
convencido de que la elástica pisada de la india, calzada con mocasines, era
mucho menos molesta para un niño que el andar de un caballo tropezando
constantemente sobre una senda desigual[3].
Sélknam |
Al llegar a la
pubertad, ya sea directamente de padres a hijos o mediante ceremonias de
iniciación, los adolescentes recibían consejos para la vida. Es así como entre
los yámanas se les instaba a ser honrados, veraces, laboriosos, pacientes,
generosos y castos, y a no ser celosos, buscapleitos, irascibles, o violentos.
A las niñas se les daba similar enseñanza. El consejo extra dado a los
muchachos, en cuanto a ser prudentes en elegir una compañera que no fuese muy
joven para que fuera útil y laboriosa, no era muy altruista, ya que los
consejeros se reservaban a las jóvenes para ellos mismos. Los sélknam, por su
parte, instaban a sus niños a ser valientes, evitar la glotonería y la gordura
en persecución de la satisfacción del cuerpo, a ser estoicos en el sufrimiento
y el hambre, generosos al compartir los despojos de la caza, especialmente con
los ancianos, continentes hasta cierta edad, dóciles y amables con los mayores,
amables pero reservados con las mujeres, y conscientes al momento de aplicar
las leyes de las venganzas sangrientas[4].
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