Del libro Pioneros de la Patagonia de Silvestre
Fugellie, copiamos a continuación -y sin
vergüenza- la crónica Los Usurpadores, en
forma casi completa:
Todo comenzó al solicitarse los servicios del
facultativo para certificar una muerte. El profesional informó:
“En la casa de la avenida La Pampa esquina Sarmiento me ha llamado el dueño del
negocio para dar el certificado de defunción de un individuo, que murió anoche
en la misma casa. Como el individuo en su última enfermedad no fue asistido por
ningún facultativo recibido en Chile sino por un practicante y no pudiendo y
por los signos de afuera informar sobre las causas de la muerte, doy parte del
incidente para los fines a que haya lugar”.
Esta información era del 14 de octubre de 1912 y la
firmaba el doctor Mateo Bencur, Médico de Ciudad.
La advertencia aludida atrajo la preocupación de
autoridades, facultativos y otras personas de los servicios de salud, por cuanto
las usurpaciones o suplantaciones de algunas carreras, especialmente la de
médico, habían tomado caracteres alarmantes. Ya un vecino que firmaba
“Observador”, decía en el diario “El Magallanes” de 20 de abril de 1912:
“Desde hace algún tiempo funciona en esta ciudad un
instituto llamado Sico Magnético que según aviso, que publica su dueño, un
señor J. Marinkovic, en la prensa local, no tiene más que el inocente y
caritativo objeto de curar el dolor en todas sus formas. Pero es el hecho que
este señor no se circunscribe sólo a esto: aplica tratamiento al reumático como
al tuberculoso; atiende igualmente al que padece de eczema como al que tiene
una inflamación a la vista. Me consta personalmente el caso de un niño con un
flemón de la mano, al que asistió por muchos días y cuando este llegaba casi ya
a la gangrena, le indicó sólo entonces que podía ver un cirujano. Y en esta
forma hace perder su tiempo y su dinero a los incautos que van a consultarlos
atraídos por el aviso. Otro señor, al parecer paisano suyo, que se firma
“Dottor Echelli”, ejerce con la mayor audacia la profesión de médico-cirujano;
y lo que es más grave, las farmacia sin preocuparse de la autenticidad de su
título, despachan sus recetas sin inconveniente. He tenido la ocasión de oír las
lamentaciones de gente que ha agotado sus últimos recursos no sólo en el pago
de sus honorarios, sino en los costosos específicos que los obliga a comprar,
sin alcanzar más objeto que agravar su salud”.
Cuando intervino la justicia ejercían o usurpaban profesiones
sin poseer el título correspondiente, unos sujetos de apellidos Echelli,
Marinkovic, Peña, Villarroel, Schoon. Todos fueron investigados.
El reclamo comercial del Instituto Sico Magnético
atendido por el profesor José Marinkovic, calle Valdivia 671, decía:
“El dolor! Este gran enemigo se cura
instantáneamente sin necesidad de drogas. El tratamiento teleterapéutico y
frotamiento magnético calma todos los dolores por muy agudos y muy crónicos que
sean. Si continúas padeciendo y estás afligido por no poder hallar cura; no
desaniméis podéis hallarla si lo queréis. Se comprende que para probar una
fruta debe comerse. (…)”
Se supo que los únicos conocimientos que este señor
tenía de las ciencias aludidas, los obtenía del volumen “Magnetismo Personal” del
New York Institute of Science y de otros artificios que empleaba para sus
añagazas.
El “dottor” Echelli fue todo un personaje. Acaparó
la atención de los magallánicos en los primeros lustros del siglo pasado. Fue
médico, según convenio verbal, de la Societá Di Mutuo Soccorro Fratellanza
Italiana, la que le emitía órdenes para sus socios enfermos y de la Cosmopolita
de Socorros Mutuos. Este caballero era reconocido y bien estimado por la
sociedad de aquel entonces, y bienvenido en el comercio local al
que pagaba sus compras sin retraso.
(…)
Durante el juicio por usurpación de profesión,
Echelli adujo que “no es aplicable a mi caso la disposición por la cual se me
acusa, por cuanto yo no me he fijado doctor en medicina de la facultad en Chile,
único caso que se castiga, ni me he hecho pasar por médico”. Sin embrago, la
defensa del acusado resultó vana. Reunieron sus recetas y a ojos vista
determinaron clausurar su clínica de “curandero”. Echelli fue detenido y
acusado de ejercicio ilegal de profesión o usurpación del título de doctor en
medicina. El antecedente más comprobatorio lo dieron las recetas acumuladas en
la droguería y farmacia “Francesa” de Marchal y compañía. Prescribía de todo:
yerbas, panaceas, pócimas y drogas.
(…)
El doctor Mateo Bencur dio cuenta de su misión del
15 de octubre de 1912, en la que decía:
“He reconocido el cadáver del individuo fallecido en
avenida La Pampa esquina Sarmiento, pasando a la morgue del Hospital de Caridad
adonde era trasladado y no pudiendo por un examen externo indicar la causa de
su muerte. (…) El individuo achacoso ya hace mucho tempo por enfermo del
pulmón, sucumbió a una neumonía franca, siendo esa la causa precisa y necesaria
de su muerte. El domingo en la tarde, 13 de octubre, había asistido a ese
individuo, Echelli: su receta para una toma y unas obleas tiene que estar
depositada en la botica Neumann”.
No había duda del engaño. ¿De dónde venía Echelli?
Llegó de Argentina. Su identidad era asombrosa y propia del delincuente avezado
o del mitómano. Estuvo preso en la cárcel de Ushuaia. (…). Decía ser de
nacionalidad austriaca y que había nacido en Trento. Cuando llegó a Punta
Arenas dijo ser italiano de Torino nacido en 1882.
El prontuario argentino le acreditaba varias
condenas: una en Buenos Aires a tres años de prisión por defraudación a una
droguería. Fue preso reincidente en Ushuaia destinado a labores de leñador.
También este Francisco Echelli o Servigniani o Juan Caneppa, alias Conde
Melchiori o el Bohemio, registraba detenciones por estafa. (…) Según sus
declaraciones se le había enviado a prisión por “abuso de confianza”.
Sus primeros pasos en Punta Arenas los dirigió al
consulado de Austria para pedir ayuda. El cónsul Santiago Pasinovich no estaba
presente y fue atendido por su hermano Mateo quien lo socorrió. Poco después
informaba: “que un hombre pobre y mal vestido le había pedido dinero, diciendo
que acababa de llegar de Ushuaia y que era paisano suyo”. Sin embargo, el haber
de este “hombre pobre” aumentó considerablemente y sobrepasó al de los
profesionales que había suplantado. El 16 de octubre de 1912 contrajo
matrimonio con una dama magallánica. Su clínica funcionaba en calle Magallanes
a la altura del número 600.
Echelli fue encarcelado el 9 de junio de 1913 y, aún
desde su encierro, no perdía ocasión para tramar estafas y extorsiones.
(…)
Tiempo después abandonó la cárcel bajo fianza y
desapareció.