martes, 2 de junio de 2015

IV. LOS SANADORES (segunda parte)



Es posible que los chamanes intuyeran, o en su instrucción para llegar a serlo habían aprendido, que gran parte de las enfermedades del hombre tienen un componente psicosomático importante, y mientras más simple es el razonamiento del enfermo, es más influenciable ante las magias, hipnosis, trances místicos y exorcismos. Por ello la cura comenzaba con la pintura facial adecuada: pintura de guerra. El chamán estaba en guerra con la enfermedad. Entretanto, el paciente permanecía tendido a la entrada de la choza. Luego comenzaba una especie de danza, durante la cual escupía continuamente, y daba pesados golpes con los pies, acompañados de movimientos cadenciosos de brazos, todo esto alrededor del enfermo. Se creaba así un espacio ritual, el sitio de lucha. Finalmente el xo’on se acercaba a su paciente y lo exploraba detenidamente con la vista para después comenzar a masajear, conduciendo el cwake a un lugar determinado del cuerpo, desde donde era extraído por succión. Preferentemente se obtenía así un ratón pequeño, una punta de flecha ensangrentada o un plumón, que se suponía eran las manifestaciones visibles del cwake. Con un grito gutural se daba por terminada la sesión curativa. Si la sugestión hacía efecto, era mérito del curandero, más si la enfermedad resultaba incurable, había algún xo’on rival a quien culpar[1].

Opinando sobre el tema y a mayor abundamiento, dice Bridges que Algunos de estos embusteros eran consumados actores. De pie o de rodillas al lado del paciente miraban fijamente la parte enferma o dolorida, y una expresión de intenso horror indicaba luego que habían visto algo espantoso, perceptible sólo para ellos. Describiendo el resto de la ceremonia, en todo similar a lo referido en el párrafo anterior, termina acotando que con un grito gutural, indescriptible, arrojaba al suelo el objeto causante del mal y lo pisaba furiosamente. El profano veía un poco de barro, una piedrecita o algún ratón muy pequeño. Yo personalmente nunca vi aparecer el animalito, aunque ello era muy común; sin duda, en las ocasiones en que yo estuve presente, el brujo no había podido dar con un nido de ratones[2].

Era curioso comprobar cómo cada hechicero, que no ignoraría, seguramente, que él mismo era un embaucador y un farsante, creía en los poderes sobrenaturales de sus colegas y les temía.

Pese a la parafernalia, Gusinde no dudaba de su seriedad y buena fe[3]. Un aspecto interesante -con visos de seriedad- de la sanación de estos chamanes, es que ellos procuraban introducir el dolor de su paciente en un sistema de pensamiento afín al enfermo. El dolor orgánico, tenido por irracional, debía por ello ser llevado a un universo con sentido, haciendo aceptables para el espíritu los dolores que el cuerpo se rehusaba a tolerar[4].

Como en la actualidad, cuando las actuaciones del xo’on eran negligentes o reñidas con la ética, podía representar un verdadero peligro. Según relata Lucas Bridges, en una reunión resolvieron (un grupo de sélknam) que era un hechicero loco y un peligro para la comunidad. Un día salió a cazar con otros dos (...) y después de cierto tiempo aquéllos volvieron sin él, diciendo que Minkiyohl se había ido a cazar solo al gran bosque que bordea el lago Kami[5]. Nadie se sorprendió; aparentemente Minkiyohl sigue cazando allí, pues desde entonces nadie lo ha visto ni oído nada de él[6]. Una de sus locuras fue la de haberse vanagloriado como jefe de su pueblo durante su estadía en la misión salesiana de Río Grande. En Tierra del Fuego no existía jefatura de ninguna especie o categoría, fuera de la paternal en su grupo familiar. Los sélknam no ignoraban los abusos del poder y la jefatura, y pensaban que ello era especialmente nocivo si el poder era ejercido por mujeres[7]. En su mitología, dos de los personajes más nefastos habían sido chamanes femeninas, quienes habían gobernado cruelmente, amparadas en su poder de xo’on.




[1] A. Prieto. Ibíd.
[2] L. Bridges. Op. cit. Pág. 257.
[3] M. Martinic. Op. cit. Págs. 30 - 31.
[4] A. Prieto. Op. cit.
[5] Actual Lago Fagnano.
[6] L. Bridges. Op. cit. Pág. 491.
[7] Es indudable que una teoría como ésta sería insostenible en los tiempos que corren.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LAS CRÍTICAS SON BIENVENIDAS, EXCEPTO LAS FALSAS ADULACIONES.