sábado, 20 de junio de 2015

V. LOS MÉDICOS GENERALES (segunda parte)



            Volvamos a Punta Arenas, casi un siglo y medio más tarde.

            Algún espíritu de aventura o ímpetu juvenil debió traer a nuestras costas a Thomas Fenton, llegado en 1875 a los 25 años de edad. Nacido en Castletown, Irlanda, y egresado de la Universidad de Dublín, fue contratado por el Gobierno de Chile para servir en el extremo meridional del mundo, donde terminó radicándose definitivamente y hasta su fallecimiento  -muy joven- en 1886. Se abocó con seriedad y entusiasmo a su profesión, ganándose la gratitud y aprecio de los magallánicos de entonces. Concluido su contrato previo firmado en Valparaíso, a los dos años fue contratado por la Gobernación de Magallanes. Resulta curiosa la asignación de funciones, que ratifica la idea de las autoridades de entonces de que a los médicos les sobraba el tiempo: prestar servicios de médico cirujano y partero, i demás anexos de su profesión, en la colonia de Magallanes (…) a curar gratuitamente a los pobres a hacer autopsias i reconocimientos de cadáveres o heridos (…) a practicar visitas de sanidad, a las naves mercantes o de guerra (…) queda obligado a estudiar la meteorolojía i climatolojía de la colonia, i en especial su estado sanitario i las buenas condiciones hijiénicas de los diversos lugares que comprende(…)[1]

Aunque no estaba entre sus funciones, le correspondió -y lo hizo con notable eficiencia y espíritu de sacrificio- socorrer a los lesionados del Motín de los Artilleros del 12 de noviembre de 1877 y a riesgo de su propia integridad física ordenó, y él mismo colaboró en ello, sacar a los enfermos del hospital y trasladarlos a la plaza en momentos en que el establecimiento era brutalmente incendiado por los amotinados. De paso también su casa, la más nueva y hermosa de la colonia, también fue reducida a escombros humeantes. El Gobernador Wood le asignó una casa fiscal, tosca construcción de 11 metros de largo por 4 de ancho, dividida en dos piezas y en la cual debieron vivir por un tiempo el doctor y su familia[2].

Su espíritu aventurero se corroboró al ofrecerse como voluntario, en 1879, para prestar sus servicios a Chile en la guerra que recién se iniciaba. Si bien parece ser que este ofrecimiento le fue rechazado, su gesto no hizo más que incrementar su prestigio y popularidad.

Enamorado de la región y de su clima, no dudó en informar sobre sus beneficios sobre la salud, especialmente de los niños[3]. Fue pionero de la ganadería ovina, aplicando las técnicas de crianza de las Malvinas[4]. De hecho, entre los primeros estancieros figuraban: José Nogueira, Cruz Daniel Ramírez, Enrique R. Reynard, José Menéndez, Tomás Saunders, Enrique P. Wood y Thomas Fenton[5] [6].

Foto del autor
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En cuanto a epidemias, en sus once años de ejercicio no le tocó ninguna, ya que el sarampión causó estragos entre la población infantil los años 1866 -antes de su llegada- y 1899 -después de su fallecimiento-. Encontrándose enfermo, no dudó en levantarse para asistir un parto, como consecuencia de lo cual enfermó de neumonía, muriendo a los 36 años de edad. En el cementerio municipal se encuentra su tumba al pie de un pequeño obelisco conmemorativo erigido por el pueblo de Punta Arenas[7].



[1] Correspondencia Colonización Gobernación de Magallanes año 1877. Citado por M. Martinic. Ibíd. Págs. 88 - 89.
[2] R. Vera. Op. cit. Pág. 223.
[3] Ver capítulo XII.
[4] M. Martinic. PUNTA ARENAS SIGLO XX. Pág. 22.
[5] S. Fugellie. Op. cit. Pág. 97.
[6] R. Vera. Op. cit. Pág. 228.
[7] M. Martinic. LA MEDICINA EN MAGALLANES. Págs. 93 - 94.

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