Volvamos
a Punta Arenas, casi un siglo y medio más tarde.
Algún
espíritu de aventura o ímpetu juvenil debió traer a nuestras costas a Thomas
Fenton, llegado en 1875 a los 25 años de edad. Nacido en Castletown, Irlanda, y
egresado de la Universidad de Dublín, fue contratado por el Gobierno de Chile
para servir en el extremo meridional del mundo, donde terminó radicándose
definitivamente y hasta su fallecimiento
-muy joven- en 1886. Se abocó con seriedad y entusiasmo a su profesión,
ganándose la gratitud y aprecio de los magallánicos de entonces. Concluido su
contrato previo firmado en Valparaíso, a los dos años fue contratado por la
Gobernación de Magallanes. Resulta curiosa la asignación de funciones, que
ratifica la idea de las autoridades de entonces de que a los médicos les
sobraba el tiempo: prestar servicios de
médico cirujano y partero, i demás anexos de su profesión, en la colonia de
Magallanes (…) a curar gratuitamente a los pobres a hacer autopsias i
reconocimientos de cadáveres o heridos (…) a practicar visitas de sanidad, a
las naves mercantes o de guerra (…) queda obligado a estudiar la meteorolojía i
climatolojía de la colonia, i en especial su estado sanitario i las buenas condiciones
hijiénicas de los diversos lugares que comprende(…)[1]
Aunque no estaba
entre sus funciones, le correspondió -y lo hizo con notable eficiencia y
espíritu de sacrificio- socorrer a los lesionados del Motín de los Artilleros del 12 de noviembre de 1877 y a riesgo de su propia integridad física
ordenó, y él mismo colaboró en ello, sacar a los enfermos del hospital y
trasladarlos a la plaza en momentos en que el establecimiento era brutalmente
incendiado por los amotinados. De paso también su casa, la más nueva y hermosa
de la colonia, también fue reducida a escombros humeantes. El Gobernador Wood
le asignó una casa fiscal, tosca construcción de 11 metros de largo por 4 de
ancho, dividida en dos piezas y en la cual debieron vivir por un tiempo el
doctor y su familia[2].
Su espíritu
aventurero se corroboró al ofrecerse como voluntario, en 1879, para prestar sus
servicios a Chile en la guerra que recién se iniciaba. Si bien parece ser que
este ofrecimiento le fue rechazado, su gesto no hizo más que incrementar su
prestigio y popularidad.
Enamorado de la
región y de su clima, no dudó en informar sobre sus beneficios sobre la salud,
especialmente de los niños[3]. Fue pionero de
la ganadería ovina, aplicando las técnicas de crianza de las Malvinas[4]. De hecho,
entre los primeros estancieros figuraban: José Nogueira, Cruz Daniel Ramírez,
Enrique R. Reynard, José Menéndez, Tomás Saunders, Enrique P. Wood y Thomas
Fenton[5] [6].
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En cuanto a
epidemias, en sus once años de ejercicio no le tocó ninguna, ya que el
sarampión causó estragos entre la población infantil los años 1866 -antes de su
llegada- y 1899 -después de su fallecimiento-. Encontrándose enfermo, no dudó
en levantarse para asistir un parto, como consecuencia de lo cual enfermó de
neumonía, muriendo a los 36 años de edad. En el cementerio municipal se
encuentra su tumba al pie de un pequeño obelisco conmemorativo erigido por el
pueblo de Punta Arenas[7].
[1]
Correspondencia Colonización Gobernación de Magallanes año 1877. Citado por M.
Martinic. Ibíd. Págs. 88 - 89.
[2] R.
Vera. Op. cit. Pág. 223.
[3]
Ver capítulo XII.
[4] M.
Martinic. PUNTA ARENAS SIGLO XX. Pág. 22.
[5] S.
Fugellie. Op. cit. Pág. 97.
[6] R.
Vera. Op. cit. Pág. 228.
[7] M.
Martinic. LA MEDICINA EN MAGALLANES. Págs. 93 - 94.
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