sábado, 12 de diciembre de 2015

XII. LA VIRUELA Y EL FIN DEL CACIQUE MULATO (quinta parte)


            Nobleza de los enfermeros, del párroco, de Navarro y del cónsul argentino. Lástima que la mayoría de sus nombres se ha perdido en el tiempo. Antes de Navidad el Dr. Navarro emitía otro tranquilizador informe:

            En el curso de la semana que espira hoi no ha aparecido sino un solo caso de viruela en la hija de la Sra. M. O. la que por indicación mia fue llevada al lazareto.
            El Mártes supe que en la estancia de Dinamarquero, habia caido enfermo de la epidemia un individuo que hacia mui pocos días habia salido de la colonia, de la casa de uno de los variolosos.
            (…)
            Son, pues, en todo 34 enfermos, con 7 defunciones.
            Personalmente he averiguado y tambien por la policia, y puedo afirmar que no ha habido mas enfermos de viruela que los apuntados, siendo, pues, completamente falsos los díceres de que ha habido ya mas de 50 enfermos.
            En el lazareto hai 4 asilados: 2 están ya bañados, 1 en período de desecacion y el 4° en período de supuración[1].

            Si bien pocas vacunas, en el país había mucha conciencia sobre el peligro de la contaminación por viruela, y en el periódico El Magallanes del 30 de diciembre de 1894 se publicaban los requisitos para postular a la Escuela de Artes y Oficios de Santiago, uno de los cuales era (…) e) Ser vacunado ó haber tenido la viruela[2].
            El informe oficial del Rejistro Civil sobre los fallecidos en 1894 atribuía a la viruela, sumando las categorías de complicada con bronquitis, confluente y hemorrágica, un total de 5 personas[3]. Cosa curiosa, puesto que se contraponía a lo informado por Lautaro Navarro, quien culpaba a la viruela de un total de 7 defunciones. En todo caso no eran muchos, y la no expansión generalizada de la enfermedad se debió a la rápida reacción de las autoridades, tanto sanitarias como administrativas, que dispusieron todo tipo de facilidades para vacunación, así como la creación de lazaretos para los ya contagiados.
            El Gobierno acusaba preocupación, y dictaba un decreto que otorgaba a Magallanes la responsabilidad de constituir una fundamental barrera sanitaria:

          Santiago, 27 de Diciembre de 1894.- He acordado y decreto:
       Todo vapor que venga por el estrecho de Magallanes con direccion a algun puerto chileno, deberá hacer escala en Punta Arenas para que sea visitado por el jefe de la Estación Sanitaria allí establecida, y sin la patente de sanidad espedida por dicho funcionario no será recibido en ningún otro puerto de la República.(…)
MONTT.- R. Barros Luco[4].

            Al mes siguiente, el Consejo Superior de Hijiene  Pública, y con la firma de su presidente J. Joaquín Aguirre, oficiaba a la Junta de Vacuna, considerando que los habitantes de Magallanes forman un total no insignificante que exije una atencion mas inmediata que la de un servicio temporal i transitorio, tanto mas si se toma en cuenta que la infeccion variólica ha prendido ya en esas rejiones, las cuales se encuentran tan alejadas y puede decirse tan aisladas del resto de la República (…), instaba a la instalación del servicio permanente de vacuna en el territorio[5].



[1] Periódico “El Magallanes”, 23 de diciembre de 1894.
[2] Periódico “El Magallanes”, 30 de diciembre de 1894.
[3] Periódico “El Magallanes”, 6 de enero de 1895.
[4] Periódico “El Magallanes”, 6 de enero de 1895.
[5] Periódico “El Magallanes”, 13 de enero de 1895.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LAS CRÍTICAS SON BIENVENIDAS, EXCEPTO LAS FALSAS ADULACIONES.