martes, 8 de diciembre de 2015

XII. LA VIRUELA Y EL FIN DEL CACIQUE MULATO (cuarta parte)


            Por muy leve que fuese este brote de la tan temida enfermedad, en su transcurso cobró la vida de seis personas, y al menos dos de ellas eran niños. Esta desgracia sirvió al menos para que la población y las autoridades sanitarias tomaran conciencia de que la viruela existía y de que era posible de prevenir. Lautaro Navarro vacunaba en su consultorio privado, como se advertía en el aviso:

Actual Consulado Argentino
VACUNA.
            Se vacuna de 12 á 2 de la tarde diariamente en la oficina del Médico de Ciudad.
            La buena vacuna es el único preservativo eficaz contra la viruela ó al menos para evitar la muerte por esta terrible enfermedad. Se puede vacunar á personas de cualquiera edad, aun á niños de un mes.
            Diez años después de brotar una buena vacuna, es conveniente volver á vacunarse.
            Solo se usa vacuna animal en placas. Servicio enteramente gratuito[1].
            Al mes siguiente parece que aumentaron los casos, puesto que se habilitó un segundo lazareto y el médico de ciudad informaba:
                                                           Punta Arenas, Diciembre de 1894.
                        Señor Gobernador:
El lúnes 10 del corriente quedó quedó habilitada la casa  que se hizo levantar para lazareto de variolosos y ese mismo dia hice trasladar á ella el único enfermo que habia en la que antes se ocupaba.
            En los días siguientes he hecho llevar al lazareto los enfermos que habia dispersos en el pueblo. Actualmente no queda dentro del recinto urbano de la poblacion sino un niño enfermo que se halla en el período de desecacion.
            Han entrado á los dos lazaretos 6 enfermos de los que han fallecido 2. Quedan en tratamiento 4, de los que uno se encuentra mui grave por ser viruela hemorrájica.
            Hasta hora la epidemia ha atacado á 32 personas, habiendo fallecido 6.
            En el lazareto tengo 2 enfermeros, hombre y mujer, para cuidar respectivamente á los enfermos de su sexo. Estos empleados ganan cuatro pesos diarios cada uno.
            Hai ademas otro empleado que lleva los víveres, medicinas, etc, hasta las proximidades de la casa, de tal manera que las únicas personas que penetran al lazareto son el párroco y el infrascrito. En esta semana no se ha podido desinfectar el primer lazareto y las casas de variolosos por no haber encontrado por ningun precio un individuo que quiera hacer ese trabajo. En algunas partes se ha hecho el aseo por personas de la misma casa habiéndoseles enviado las sustancias necesarias y dado las respectivas instrucciones.     
            (…)
            En cuanto a vacunaciones, diariamente hago un buen número. Recibí de la Junta Central del ramo en Santiago la primera remesa de placas y á su vez el señor Cónsul Argentino continúa obsequiándome algunas de las que recibe por cada vapor de Buenos Aires.
            Y quiero dejar constancia aquí de que el vírus argentino es de primera calidad, habiendo producido siempre su efecto. Hago esta afirmacion porque alguna persona me ha supuesto haber dicho que era sin acción. Uno de mis hijos lo he vacunado con vírus argentino y se le desarrollaron hermosísimas pústulas.
            Estoy, pues, muy agradecido del Sr. Consul Argentino por habernos salvado de una situacion bien grave con sus obsequios repetidos de vacunas, y teniendo una epidemia de viruela en el pueblo.
(…)
                                                                        Dios guarde a V. S.
                                                                Dr. Lautaro Navarro Avaria
                                                                              médico de ciudad
                                                                                           Sr. Gobernador de Magallanes[2]

           




[1] Periódico “El Magallanes”, 2 de diciembre de 1894.
[2] Periódico “El Magallanes”, 16 de diciembre de 1894.

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