martes, 22 de diciembre de 2015

XIII. EL RAQUITISMO (primera parte)


Los huesos van depositando calcio y fósforo en su matriz, fundamentales para su estructura. Para ello es imprescindible la vitamina D, que proviene esencialmente de dos fuentes: o se ingiere o se sintetiza en la piel bajo el influjo de la luz solar. Estos factores de prevención y su curación se fueron describiendo y consolidando su conocimiento recién a comienzos de la década de 1920. De este modo, dadas las condiciones de las regiones más australes de América, con sus largos inviernos y días de escasa luz solar, y sus veranos luminosos pero fríos, lo que impide o al menos dificulta la exposición corporal al sol, el raquitismo fue hasta esos años un grave problema de salud pública. Siendo una enfermedad del hueso en crecimiento, se manifiesta principalmente cuando éste es más acelerado, vale decir, entre los seis meses y los dos años. Si no hay prevención, o si no se trata a tiempo, puede dejar como secuelas graves malformaciones óseas o retrasos importantes del crecimiento. Todavía se suele ver por Magallanes a personas mayores, nacidas durante la primera mitad del siglo XX, de muy baja estatura y con las piernas extremadamente arqueadas. Ellos son, con toda seguridad, secuelados de raquitismo. Y pese a la alimentación rica en grasas animales de los indígenas fueguinos, Robustiano Vera los describía como con tronco ancho i sus miembros torcidos y delgados[1].Esta observación concuerda con las de los primeros exploradores de los canales fueguinos, que hablabann de indios robustos pero de piernas arqueadas y enclenques.
Inicialmente se combatía con alimentos ricos en vitamina D, como pescados, leche, huevos y el vomitivo aceite de hígado de bacalao, pócima infernal que se nos suministraba a los que nacimos antes de transcurrida la primera mitad del siglo XX. Concordamos a cabalidad con la apreciación de Nicolás Mihovilovic: (…) sí que era desagradable el aceite de hígado de bacalao que nos recetó el doctor Bencur. Una cucharada antes de cada comida. ¡Qué porquería! Alegábamos por todo: que la cuchara era muy grande, que tenía mal olor, que… Pero, todo ello era inútil. La disciplina militar que regía nuestra casa no admitía excusas. A tragarse, pues, aquella inmundicia. Que nos salvó la vida no cabe duda, pero, ¡a qué precio![2] Sin saberse que servía para prevención del raquitismo, ya en 1895 se promocionaba su consumo para otras dolencias.

También se usó la luz ultravioleta sintética, en Magallanes con cierto entusiasmo. Durante la década de 1920 se instalaron equipos en el Dispensario de la Cruz Roja[3]. Hacia 1944 el Hospital Naval también ofrecía este servicio[4].
            Un hito importante en el combate al raquitismo fue la creación de la Gota de Leche, según referido en el capítulo XXI. En este establecimiento se controlaba a los niños y se repartía leche y otros alimentos. (…) Para valorar su significado ha de tenerse presente que al promediar los años de 1910 se hizo notoria una situación social que según avanzó el tiempo llegó a adquirir caracteres dramáticos como fue la constatación del raquitismo infantil en familias de los sectores proletarios, como una consecuencia del infraconsumo o inclusive la ausencia total del consumo de leche. En ello había causas motivadoras económicas como la insuficiencia de salarios, pero también culturales, propias éstas del segmento inferior de origen chileno de la sociedad magallánica. El asunto devino preocupante para las autoridades territoriales y municipales y para la propia comunidad, y motivó un sostenido esfuerzo que fue desarrollado durante años hasta conseguir la erradicación del fenómeno sanitario[5].




[1] R. Vera. Op. cit. Pág. 311.
[2] N. Mihovilovic. Op. cit. Págs. 70 – 71.
[3] M. Martinic. Ibíd. Pág. 169.
[4] Revista “En Viaje”, febrero de 1944.
[5] M. Martinic. Op. cit. Pág. 170.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LAS CRÍTICAS SON BIENVENIDAS, EXCEPTO LAS FALSAS ADULACIONES.