martes, 1 de diciembre de 2015

XII. LA VIRUELA Y EL FIN DEL CACIQUE MULATO (segunda parte)


El brote se habría originado en un buque francés proveniente de Valparaíso y Talcahuano, ya que los primeros casos se presentaron en dos personas que subieron a bordo, pero tan levemente que una de ellas ni llamó médico y en cuanto al otro pasó en pié la mayor parte de su enfermedad.

Dr. Florencio Middleton
Tan demasiado leve fué la afeccion que ni al médico que lo asistió ni á ninguna de las muchas personas que vieron á ese caballero enfermo se les ocurrió que pudiera ser viruela. Desde el día de contagio hasta casi dos meses después (…) solo ha habido hasta hoy 9 enfermos de los cuales todos han sanado ménos uno, de 4 meses de edad, que ha fallecido. El último caso bien caracterizado, es el de la señora que se encuentra en pleno período grave[1].
No se puede menos que otorgar a Navarro el beneficio de la duda, puesto que tamaña benignidad de la enfermedad más correspondería a varicela, que tal vez pudieron presentar algunos de los casos iniciales. No hay por qué descartar la posibilidad de que hubiese dos virus distintos rondando en el ambiente. Lo que sí fue negligencia imperdonable fue el absoluto abandono del Territorio de Magallanes, por parte de las autoridades sanitarias centrales, en lo que respecta al abastecimiento de vacunas.
La Junta de Beneficencia  tomaba cartas en el asunto, y en una de sus sesiones se acordó nombrar una comisión compuesta de los miembros de la Junta Srs. Correa y Braun[2] á la que estarian agregados el Dr. Middleton y médico de ciudad para que (…) tomaran todas aquellas medidas que estimaran convenientes. Se facultaba a la Junta para aislar a los enfermos y suministrarles los medicamentos y auxilios que correspondieren, y se recomendaba al público vacunar a los niños, para cuyo fin los dos médicos de la poblacion contaban con el virus necesario y se ponían a disposicion de las familias. Por último la Junta Especial nombrada quedó de reunirse diariamente á las 4 P.M. en la sala de la Gobernacion (…)[3]A falta de vacunas, se contó con dosis donadas por el Consulado de la República Argentina, y el Dr. Navarro vacunaba en su domicilio en forma enteramente gratuita.
Pese al plan de contingencia se produjeron algunos fallecimientos, especialmente de niños. Uno de ellos, niño de año y medio, reconocido á las dos de la tarde, murió poco despues.
Se han tomado todas aquellas medidas tendentes á evitar el mayor desarrollo del flajelo, esto es desinfectando, destruyendo en la casa del fallecido, y haciendo un aislamiento lo mas absoluto posible respecto de los otros tres enfermos.
Igualmente se ha tomado una pequeña casa, por no haberse encontrado otra[4], y se dispone de seis camas completas para el caso que la epidemia continuara[5].
Hacemos aquí un paréntesis para una reflexión.
Sabido es que la vacunación antivariólica fue traída a América desde España y en pleno afianzamiento de las ideas y primeras asonadas independentistas, por la célebre expedición de Balmis, quien la trajo y distribuyó por el mundo, inoculando y sacando material de las pústulas para continuar la cadena. Simón Bolívar, estando en el bando contrario, les envió insumos faltantes a los equipos vacunadores, comprendiendo que se hacía por el bien de la humanidad.
Se podría hacer un símil con lo que ocurría en la Patagonia a fines del siglo XIX, en que estaba en plena efervescencia la cuestión de límites con Argentina, con disparatados preparativos bélicos en ambos países, en que en Magallanes se hacían fervientes llamados a integrar la Guardia Nacional a todos los hombres entre 18 y 40 años. Se consideraba un acto patriótico asociarse a los clubes de tiro al blanco, en que era evidente que por blanco se entendía argentino. En ese escenario, el cónsul argentino traía y donaba dosis de vacuna antivariólica, con generosidad y altura de miras. Esta noble actitud se hizo recurrente, como se señala más adelante.



[1] Periódico “El Magallanes”, 28 de octubre de 1894.
[2] Rómulo Correa y Mauricio Braun.
[3] Periódico “El Magallanes”, 4 de noviembre de 1894.
[4] Entre 1877 y 1899 no hubo hospital en Punta Arenas.
[5] Periódico “El Magallanes”, 11 de noviembre de 1894.

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