El brote se
habría originado en un buque francés proveniente de Valparaíso y Talcahuano, ya
que los primeros casos se presentaron en dos personas que subieron a bordo, pero tan levemente que una de ellas ni llamó
médico y en cuanto al otro pasó en pié la mayor parte de su enfermedad.
Dr. Florencio Middleton |
Tan demasiado leve fué la afeccion que ni al médico
que lo asistió ni á ninguna de las muchas personas que vieron á ese caballero
enfermo se les ocurrió que pudiera ser viruela. Desde el día de
contagio hasta casi dos meses después (…)
solo ha habido hasta hoy 9 enfermos de los cuales todos han sanado ménos uno,
de 4 meses de edad, que ha fallecido. El último caso bien caracterizado, es el
de la señora que se encuentra en pleno período grave[1].
No se puede
menos que otorgar a Navarro el beneficio de la duda, puesto que tamaña
benignidad de la enfermedad más correspondería a varicela, que tal vez pudieron
presentar algunos de los casos iniciales. No hay por qué descartar la
posibilidad de que hubiese dos virus distintos rondando en el ambiente. Lo que
sí fue negligencia imperdonable fue el absoluto abandono del Territorio de
Magallanes, por parte de las autoridades sanitarias centrales, en lo que
respecta al abastecimiento de vacunas.
La Junta de
Beneficencia tomaba cartas en el asunto,
y en una de sus sesiones se acordó
nombrar una comisión compuesta de los miembros de la Junta Srs. Correa y Braun[2] á la que estarian agregados el Dr. Middleton y
médico de ciudad para que (…) tomaran todas aquellas medidas que estimaran
convenientes. Se
facultaba a la Junta para aislar a los enfermos y suministrarles los
medicamentos y auxilios que correspondieren, y se recomendaba al público vacunar a los niños, para cuyo
fin los dos médicos de la poblacion contaban con el virus necesario y se ponían
a disposicion de las familias. Por último la Junta Especial nombrada quedó de
reunirse diariamente á las 4 P.M. en la sala de la Gobernacion (…)[3]A falta de
vacunas, se contó con dosis donadas por el Consulado de la República Argentina,
y el Dr. Navarro vacunaba en su domicilio en forma enteramente gratuita.
Pese al plan de
contingencia se produjeron algunos fallecimientos, especialmente de niños. Uno de ellos, niño de año y medio,
reconocido á las dos de la tarde, murió poco despues.
Se han tomado todas aquellas medidas tendentes á
evitar el mayor desarrollo del flajelo, esto es desinfectando, destruyendo en
la casa del fallecido, y haciendo un aislamiento lo mas absoluto posible
respecto de los otros tres enfermos.
Igualmente se ha tomado una pequeña casa, por no
haberse encontrado otra[4], y se dispone de seis camas completas para
el caso que la epidemia continuara[5].
Hacemos aquí un
paréntesis para una reflexión.
Sabido es que la
vacunación antivariólica fue traída a América desde España y en pleno
afianzamiento de las ideas y primeras asonadas independentistas, por la célebre
expedición de Balmis, quien la trajo y distribuyó por el mundo, inoculando y
sacando material de las pústulas para continuar la cadena. Simón Bolívar,
estando en el bando contrario, les envió insumos faltantes a los equipos
vacunadores, comprendiendo que se hacía por el bien de la humanidad.
Se podría hacer
un símil con lo que ocurría en la Patagonia a fines del siglo XIX, en que
estaba en plena efervescencia la cuestión de límites con Argentina, con
disparatados preparativos bélicos en ambos países, en que en Magallanes se
hacían fervientes llamados a integrar la Guardia Nacional a todos los hombres
entre 18 y 40 años. Se consideraba un acto patriótico asociarse a los clubes de
tiro al blanco, en que era evidente que por blanco
se entendía argentino. En ese
escenario, el cónsul argentino traía y donaba dosis de vacuna antivariólica, con
generosidad y altura de miras. Esta noble actitud se hizo recurrente, como se
señala más adelante.
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