Se
dice, y con razón, que en los momentos de crisis aflora lo mejor y lo peor del
espíritu. En contraste con la encomiable actitud del cónsul, y con la riesgosa
exposición a la enfermedad de los equipos de salud que atendían a los
variolosos, no faltaron los vecinos que entraron en pánico irracional, como los
que enviaron a la gobernación la siguiente carta:
Señor Gobernador:
Los abajo suscritos, vecinos todos
de esta ciudad (…) á U.S. con el debido respeto esponemos: Que nos ha
sorprendido la medida adoptada por la Junta de Beneficencia para establecer el
lazareto de variolosos en el centro mismo de la nueva poblacion rural que á
costa de tantos sacrificios estamos formando en esta ciudad, debido solo á
nuestro espontáneo esfuerzo.
Y si se arguye la distancia que nos
separa de aquel lugar ¿no ha podido elejirse otro que nos pueda preservar del
contajio?
(…)
Creemos mui fundadamente que un
nuevo lazareto dentro de la pirámide que fija el bajo de este puerto y en la
cual pueden construirse seis ú ocho camarotes para los atacados seria mui
hacedero y los suscritos estamos dispuestos á contribuir con una suma igual á
la mitad de la que invirtiera la Junta en su establecimiento.
En ningun pueblo existen secciones ó
distritos privilegiados, y por tal motivo no es lógico que por librar del
contajio al pueblo urbano se instale en el rural, en su centro mismo, el
lazareto de los epidémicos, que, con mas acierto y voluntad, quedarian ellos
mejor atendidos y nosotros menos espuestos al contajio.
En consecuencia venimos en
presentarnos á V. S. solicitando que, como Gobernador del Territorio y
Presidente de la Junta de Beneficencia, se sirva adoptar alguna medida con el
fin de alejar el lazareto que se ha instalado últimamente en el centro de la
poblacion rural, aceptando la idea que proponemos para fundarlo en el punto que
indicamos.
Es
justicia, Señor Gobernador.
Emilio Rodiño - A.
Zbinden - G. H. Blomgren – H. J. Haufen – José de la Cruz Bravo – Luis Friedly
– A ruego de doña Maria Pinto de Obando, por no saber firmar, José de la Cruz
Bravo – Mariano Matolich – Matilde Dey de Osorio – Pedro Quiroga – Juan
Baerisuyl – Ramon Paz p. p. de Pedro Casanova – Enrique Garcia Rodriguez –
Ricardo Lohr – Juan Millan – A. Wehrhahn - á ruego de José Nicolas Dey, por no
saber firmar, Aimé Domange
Punta
Arenas, Noviembre 22 de 1894.
Manuel Señoret |
La respuesta del Gobernador fue
clara y contundente, amén de lógica:
Vista la solicitud que antecede y
Considerando:
1° Que la eleccion de la casa á que
se refieren los solicitantes ha obedecido á la necesidad de proporcionar un
local para que fueran atendidos los individuos atacados de viruela que no
tuvieran casa propia ó que en ella viviera numerosa familia, á la que de esa
manera se evitaba el contajio directo.
2° Que la situacion del mencionado
edificio á sotavento del pueblo, separado de las pocas casas vecinas por sitios
baldíos de mas de treinta metros de estension ofrece á juicio de los
facultativos suficiente garantía de aislamiento y que seria mui difícil la
propagación del contajio con las medidas que se han tomado;
3° Que no ha sido posible encontrar
otro edificio en situacion mas ventajosa y que la epidemia no ha tomado ni
tiende á tomar desarrollo alguno, desde que solo se cuentan en el pueblo tres
variolosos y de ellos solo uno goza de los beneficios de esa instalación; y
4° Que no es aceptable por diversas
circunstancias que es escusado esponer el arbitrio propuesto por los
solicitantes de convertir en lazareto la pirámide de Punta Arenas,
Decreto:
No ha lugar á la presente solicitud.
Anótese y publíquese
M.
Señoret
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