sábado, 26 de diciembre de 2015

XIII. EL RAQUITISMO (segunda parte)


            Uno de los gobernadores que tomaron conciencia del problema fue Samuel Ossa Borne, quien en documento al Ministro del Interior señalaba que (…) grande es  la proporción de ellos que tienen torcidas las piernas, en que la deformación se nota a simple vista y señala el defectuoso y deficiente crecimiento que viene presentándose desde hace algunos años y reproduciéndose en las nuevas generaciones, precisamente en las que ahora acuden a las escuelas del Territorio, en los niños que juegan en las calles y paseos públicos[1].


Niño raquítico, 1976
Foto del autor
            El Gobernador Vicente Fernández Rocuant, sucesor de Ossa, no escatimó esfuerzos en intentar mejorar la salud pública, centrándose en el combate al alcoholismo y al raquitismo. El primero, si bien indirectamente afectaba a la infancia, lo dejaremos de lado para enfatizar su afán en el intento de erradicar el segundo, tal como declarara él mismo: Unido al problema del alcoholismo hay otro asunto que estimo de mayor interés que aquél. Me refiero a la degeneración de la raza y al enorme número de niños raquíticos que he podido ver en mis frecuentes visitas a diversos barrios de la población[2].
Conciente de la necesidad de contar con recursos para combatirlo, dice Mateo  Martinic refiriéndose al Gobernador Fernández, discurrió el modo de sensibilizar a la sociedad sobre la realidad y consecuencias del raquitismo. Para ello, supo usar con habilidad la técnica cinematográfica entonces en pleno desarrollo en Punta Arenas. Contando con el concurso del productor Antonio Radonich, hizo preparar un filme documental sobre la enfermedad en la capital territorial, que se proyectó en los cines locales concitando grande impresión en el público. Es más, el mandatario determinó viajar a Santiago llevando consigo el documento fílmico que se proponía hacer conocer nada menos que al Presidente Arturo Alessandri. Y lo consiguió, por cierto, al proyectarlo en el palacio de la Moneda ente el mandatario, sus ministros, algunos parlamentarios y representantes del Patronato de la Infancia, Cruz Roja Chilena, Liga de la Higiene Social y otras entidades congéneres. La impresión producida por el documento cinematográfico fue profunda, tanto que motivó al Presidente para proponer un proyecto de ley mediante el cual se dispondría de fondos para la atención de la infancia desvalida (...)[3]
En 1923 lo que saltaba a la vista se traducía en cifras: según investigación de los médicos Alberto Molina y Álvaro Sanhueza, el 20% de la población infantil de Punta Arenas sufría de raquitismo, y los afectados eran todos del estrato social más bajo[4]. Se llamaba a los empresarios a prestar su cooperación económica, y las damas de La Gota de Leche hacían labor alimentaria preventiva[5].
La situación, por supuesto, trascendió las fronteras territoriales, atendida su seriedad, llegando a preocupar a la Sociedad Chilena de Pediatría, que en 1930 aconsejó atacar el raquitismo con medidas profilácticas dirigidas a las madres y los niños, de higiene y alimentación, a fin de procurar cambiar los hábitos y las formas de vida proletarios, además de las propiamente curativas para intentar la mejoría de los niños enfermos[6].
Los esfuerzos fueron dando sus frutos, y en 1951 se estimaba erradicado el raquitismo infantil. Vana ilusión, porque en 1965, y achacando el problema al exceso de consumo de carne ovina y al déficit de vitaminas y sales por la deficiente ingesta de verduras y frutas, el Director de la XIII Zona de Salud doctor Agustín Etchebarne declaraba que (…) estamos observando un aumento alarmante de enfermedades cardiovasculares y hépatovesiculares, por un lado, y el raquitismo con sus secuelas por el otro[7]. Más probable parece que había una mala cobertura en los controles infantiles, en que por esos tiempos los niños hubieran debido recibir periódicamente el golpe vitamínico.
En 1963 el pediatra José Arcuch Cabezas presentaba en reunión clínica una revisión sobre intoxicación por vitamina D, basada en un artículo publicado en la Revista Chilena de Pediatría. Quedó estampado en actas de la Sociedad Chilena de Pediatría Filial Punta Arenas[8]: Se suscita un interesante debate por cuanto los datos proporcionados en dicho artículo estarían en contradicción con los utilizados en la zona desde hace largo tiempo sin que aparentemente se hubieran presentado casos de hipervitaminosis D. Se acuerda investigar más el tema y en lo posible presentar una reseña al respecto realizada por la Sociedad de Pediatría local. Con la perspectiva del tiempo parece haberse aclarado el dilema, ya que, atendidos los resultados de estudios recientes[9], se ha demostrado que un alto porcentaje de niños magallánicos tiene niveles subnormales de vitamina D en plasma por lo que, por mucho que la reciban por vía oral, les será muy difícil llegar a niveles tóxicos. Si bien no se manifiesta clínicamente, hay una suerte de raquitismo latente en nuestros niños, que hoy por hoy intentamos combatir con suplementos de la vitamina en cuestión.




[1] Citado por M. Martinic en Ibíd. Págs. 174 - 175.
[2] Diario “El Magallanes”, 9 de marzo de 1921.
[3] M. Martinic. Op. cit. Pág. 175.
[4] M. Martinic. Ibíd.
[5] Mayor información sobre La Gota de Leche en el capítulo XIX.
[6] M. Martinic. Op. cit. Pág. 176.
[7] Citado por M. Martinic en Ibíd. Pág. 231.
[8] LIBROS DE ACTAS SOCIEDAD CHILENA DE PEDIATRÍA FILIAL PUNTA ARENAS, 1962 - 2012.
[9] Especialmente los conducidos por la Dra. Karin Brinkmann Scheihing.

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