Mulato consiguió
su objetivo y se le concesionaron 10.000 hectáreas en el sector Valle Río Zurdo,
en el límite con Argentina y al oriente de dicho río, dedicándose no solamente
a la caza de fauna silvestre sino también a la cría de ganado lanar y -especialmente- caballares. La tribu bajo su dominio la constituían
unas 100 personas, las que en conjunto poseían más de 400 caballos, algunos de
los cuales eran entrenados para competir en las carreras a la chilena que se efectuaban en Punta Arenas. Tal era su
adaptación a la civilización, consecuente a un proceso pacífico, sin luchas
sangrientas ni evangelizaciones forzosas.
Sus problemas
como estanciero comenzaron cuando un ciudadano inglés le quiso usurpar tierras.
Estampó la denuncia al gobernador, quien prestamente solucionó el problema
ordenando al Sr. Harris el desalojo. Decía El
Magallanes:
Contardi y Mulato |
Aplaudimos esa determinacion, pues es preciso
convencerse que los patagones tienen perfecto derecho para ocupar con sus
modestas carpas y sus yeguadas un pedazo de la Patagonia en la que han nacido.
(…)
Poco á poco se les ha ido estrechando el campo del
que 20 años atrás eran señores y dueños. Ya que á nadie molestan respétenseles
sus derechos, siquiera sea en un pequeño pedazo de tierra, y no obliguemos a
emigrar á esta raza que se haya próxima á estinguirse[1].
En verdad los nobles
tehuelches, patagones o aónikenk, duraron poco más de veinte años después de
enunciada semejante profecía periodística.
La viruela, como
se enunciaba en el capítulo X sobre las enfermedades de los niños, volvió a
irrumpir en 1901, 1905, y 1906, a pesar de los insistentes llamados a la
población a aprovechar que el médico de ciudad vacunaría gratuitamente a quien
quisiera aprovechar este servicio.
La vacuna es el único preservativo eficaz contra la
viruela i debe siempre hacerse en los primeros meses de edad de los niños.
(…)
Se recomienda a las familias juntar siempre mas de
cinco personas para vacunarse, pues no debe abrirse una placa con menor número
para no perder el excedente.
(…)
Lamentablemente
este beneficio no alcanzó a los tehuelches. Y el cacique Mulato, habiéndose
realizado una subasta de tierras fiscales en que se incluyeron las
concesionadas a la tribu, y no habiendo encontrado satisfacción a sus reclamos
por la autoridades del territorio, en 1906 viajó nuevamente a Santiago, siendo recibido
por el Presidente de la República don Germán Riesco. Hay algo de imprecisión en
esta historia, considerando la versión de Maggiorino Borgatello, quien atribuye
el viaje a Santiago no a la subasta sino a la reiterada ocupación de sus
tierras por los ingleses -¿escoceses?-, por lo que le habría exigido al Presidente
de la República: “Estos gringos me roban
el campo y mis caballos mueren de hambre. Tu hazlos echar”. Esta vez el cacique
llegó con su mujer, su hijo y su nieta; el presidente los recibió amablemente y
prometió justicia. Arribados a Valparaíso para embarcarse de regreso la nieta
con dieciocho años contrae la viruela y muere en Punta Arenas. Al poco tiempo
Mulato primero y luego su hijo fallecen. Enseguida casi todos los indios del
valle del río Turbio contraen la enfermedad fatal. Su mujer abandona la casa y
viaja al Coyle, donde viven otros indios parientes. Ella ya tenía la peste y
los contagia. Muere casi toda la indiada. De modo que en un mes o dos
desaparecen las dos tribus. Los animales pertenecientes a los indios tehuelches
fueron apropiados en parte por los ganaderos vecinos y el gobierno[3].
La viruela marcó
la culminación de la extinción en pocos años de la raza tehuelche en la
Patagonia chilena, siendo así que para los años de 1910 fueron muriendo sus
últimos y dispersos sobrevivientes[4].
Pese a la
desaparición de los casos gracias a la vacunación masiva, aún se le temía en
1910. En septiembre de ese año arribaba a puerto el vapor Magallanes trayendo a bordo un enfermo de viruela. La nave quedó en cuarentena. Pasajeros y
tripulantes fueron vacunados. Se tomaron medidas preventivas y fue habilitado
el lazareto que estaba abandonado y casi destruido. Reina cierta alarma en la
población[5].
En 1980 la
Organización Mundial de la Salud declaró a la viruela erradicada de la faz de
la tierra y, en consecuencia, se dejó de vacunar. Es lógico, por lo tanto, que
en 1963 los pediatras de Magallanes aún se preocupaban de la materia. Es así
como, en sesión del 26 de noviembre de ese año, la Sociedad de Pediatría
recibía al destacado epidemiólogo del Servicio Nacional de Salud Dr. José
Manuel Borgoño, quien expuso la presentación “Campaña de vacunación
antivariólica”. Después de un intercambio
provechoso de ideas se acuerda iniciar próximamente la campaña en nuestra
ciudad y controlar los resultados de un número determinado de niños tanto en
policlínico como en domicilio[6].
[1]
Periódico “El Magallanes”, 27 de octubre de 1895.
[2]
Periódico “El Magallanes”, 8 de diciembre de 1895.
[3] M. Borgathello. Patagonia Meriodianale e
Terra de Fuoco (1929).
[4] M. Vieira. Op. cit.
[5] S. Fugellie. Op. cit. Pág.87.
[6] LIBROS DE ACTAS SOCIEDAD CHILENA DE
PEDIATRÍA FILIAL PUNTA ARENAS, 1962 - 2012.
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