sábado, 19 de diciembre de 2015

XII. LA VIRUELA Y EL FIN DEL CACIQUE MULATO (séptima parte)


Mulato consiguió su objetivo y se le concesionaron 10.000 hectáreas en el sector Valle Río Zurdo, en el límite con Argentina y al oriente de dicho río, dedicándose no solamente a la caza de fauna silvestre sino también a la cría de ganado lanar y -especialmente-  caballares. La tribu bajo su dominio la constituían unas 100 personas, las que en conjunto poseían más de 400 caballos, algunos de los cuales eran entrenados para competir en las carreras a la chilena que se efectuaban en Punta Arenas. Tal era su adaptación a la civilización, consecuente a un proceso pacífico, sin luchas sangrientas ni evangelizaciones forzosas.
Sus problemas como estanciero comenzaron cuando un ciudadano inglés le quiso usurpar tierras. Estampó la denuncia al gobernador, quien prestamente solucionó el problema ordenando al Sr. Harris el desalojo. Decía El Magallanes:

Contardi y Mulato
Aplaudimos esa determinacion, pues es preciso convencerse que los patagones tienen perfecto derecho para ocupar con sus modestas carpas y sus yeguadas un pedazo de la Patagonia en la que han nacido.
(…)
Poco á poco se les ha ido estrechando el campo del que 20 años atrás eran señores y dueños. Ya que á nadie molestan respétenseles sus derechos, siquiera sea en un pequeño pedazo de tierra, y no obliguemos a emigrar á esta raza que se haya próxima á estinguirse[1].
En verdad los nobles tehuelches, patagones o aónikenk, duraron poco más de veinte años después de enunciada semejante profecía periodística.
La viruela, como se enunciaba en el capítulo X sobre las enfermedades de los niños, volvió a irrumpir en 1901, 1905, y 1906, a pesar de los insistentes llamados a la población a aprovechar que el médico de ciudad vacunaría gratuitamente a quien quisiera aprovechar este servicio.
La vacuna es el único preservativo eficaz contra la viruela i debe siempre hacerse en los primeros meses de edad de los niños.
(…)
Se recomienda a las familias juntar siempre mas de cinco personas para vacunarse, pues no debe abrirse una placa con menor número para no perder el excedente.
(…)
¡Servicio enteramente gratuito[2]!
Lamentablemente este beneficio no alcanzó a los tehuelches. Y el cacique Mulato, habiéndose realizado una subasta de tierras fiscales en que se incluyeron las concesionadas a la tribu, y no habiendo encontrado satisfacción a sus reclamos por la autoridades del territorio, en 1906 viajó nuevamente a Santiago, siendo recibido por el Presidente de la República don Germán Riesco. Hay algo de imprecisión en esta historia, considerando la versión de Maggiorino Borgatello, quien atribuye el viaje a Santiago no a la subasta sino a la reiterada ocupación de sus tierras por los ingleses -¿escoceses?-, por lo que le habría exigido al Presidente de la República: “Estos gringos me roban el campo y mis caballos mueren de hambre. Tu hazlos echar”. Esta vez el cacique llegó con su mujer, su hijo y su nieta; el presidente los recibió amablemente y prometió justicia. Arribados a Valparaíso para embarcarse de regreso la nieta con dieciocho años contrae la viruela y muere en Punta Arenas. Al poco tiempo Mulato primero y luego su hijo fallecen. Enseguida casi todos los indios del valle del río Turbio contraen la enfermedad fatal. Su mujer abandona la casa y viaja al Coyle, donde viven otros indios parientes. Ella ya tenía la peste y los contagia. Muere casi toda la indiada. De modo que en un mes o dos desaparecen las dos tribus. Los animales pertenecientes a los indios tehuelches fueron apropiados en parte por los ganaderos vecinos y el gobierno[3].
La viruela marcó la culminación de la extinción en pocos años de la raza tehuelche en la Patagonia chilena, siendo así que para los años de 1910 fueron muriendo sus últimos y dispersos sobrevivientes[4].
Pese a la desaparición de los casos gracias a la vacunación masiva, aún se le temía en 1910. En septiembre de ese año arribaba a puerto el vapor Magallanes trayendo a bordo un enfermo de viruela. La nave quedó en cuarentena. Pasajeros y tripulantes fueron vacunados. Se tomaron medidas preventivas y fue habilitado el lazareto que estaba abandonado y casi destruido. Reina cierta alarma en la población[5].
En 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró a la viruela erradicada de la faz de la tierra y, en consecuencia, se dejó de vacunar. Es lógico, por lo tanto, que en 1963 los pediatras de Magallanes aún se preocupaban de la materia. Es así como, en sesión del 26 de noviembre de ese año, la Sociedad de Pediatría recibía al destacado epidemiólogo del Servicio Nacional de Salud Dr. José Manuel Borgoño, quien expuso la presentación “Campaña de vacunación antivariólica”. Después de un intercambio provechoso de ideas se acuerda iniciar próximamente la campaña en nuestra ciudad y controlar los resultados de un número determinado de niños tanto en policlínico como en domicilio[6].





[1] Periódico “El Magallanes”, 27 de octubre de 1895.
[2] Periódico “El Magallanes”, 8 de diciembre de 1895.
[3] M. Borgathello. Patagonia Meriodianale e Terra de Fuoco (1929).
[4] M. Vieira. Op. cit.
[5] S. Fugellie. Op. cit. Pág.87.
[6] LIBROS DE ACTAS SOCIEDAD CHILENA DE PEDIATRÍA FILIAL PUNTA ARENAS, 1962 - 2012. 

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