Tal
vez la primera innovación en el ámbito de la pediatría magallánica, si bien no
propiamente tecnológica, fue le implementación del pabellón de niños en el
Hospital de Caridad, inaugurado en 1905[1]. Anteriormente
los niños se atendían -cuando se atendían- en sus domicilios y muy rara vez se
hospitalizaban, ingresando en ese caso a salas comunes para adultos y
niños. No sabemos con cuántas camas
contaba esta sala en sus inicios, y con qué implementación, pero sí que ya
estaba funcionando a plenitud en 1925, con 18 cupos[2]. Ninguno de los
hospitales anteriores había contado con ello, por lo que vino a ser, entonces,
el primer servicio de pediatría de
Magallanes[3]. Esta situación
no era muy distinta hacia los años de 1940, como recuerda Raquel Aedo: Mi esposo estuvo hospitalizado en la sala de
niños a los 12 años, operado del apéndice. Él recuerda que había una sala de
niños de 9 a 12 años. Los menores estaban en otra sección. A los 13 años
pasaban a sala de adultos. En 1951
había una unidad de recién nacidos,
y también teníamos “la dietética”, donde
se preparaban las mamaderas. Teníamos que prepararlas en el momento[4].
En
cuanto a la atención de los niños en los diferentes hospitales con que ha
contado Punta Arenas a través de su historia, ésta fue inicialmente practicada
por los médicos generales, y luego, desde la llegada de Elena Ancic, por los
pediatras, casi siempre con apoyo de los primeros. Tradicionalmente la atención
médica de los niños hospitalizados se ha hecho fundamentalmente en horario de
las mañanas, pero como las enfermedades no conocen de horario laboral, durante
las tardes y las noches los médicos atendían en sus consultas particulares y
efectuaban muchísimas visitas domiciliarias. Todo muy bien para los que podían
pagarlo, pero para los que no, que por cierto eran y siempre han sido la
mayoría, necesariamente tenían que recurrir al hospital. En los nosocomios no
había pediatra, a veces ni siquiera médico, y no existían los servicios de
urgencias propiamente tales. Se contaba entonces con la experiencia y sapiencia
del personal de enfermería, especialmente los practicantes, quienes solucionaban la mayoría de los problemas, y
siempre había algún médico de buena voluntad que pudiera ser llamado en los
casos más complicados.
No
tenemos registro de la época en que se implementó el Servicio de Urgencia en el
Hospital de Asistencia Social, pero sí sabemos que ya existía cuando éste se
trasladó a Angamos 180, atendiéndose por el pasaje que luego se llamó Víctor Fernández Villa. Durante muchos
años se atendían adultos y niños, con médicos generales o de adultos. Después
hubo un pediatra de llamada, el cual no percibía remuneración alguna por esta
función. Recuerda la doctora Lidia Amarales[5]:
Cuando llegué -1980- no había ni siquiera pediatra en la
urgencia, para todo éramos de llamada. Después comenzamos a hacer turnos por un
sueldo miserable, teníamos que estar en urgencia y solucionar los problemas de
los pacientes hospitalizados.