sábado, 2 de enero de 2016

XIV. LA TUBERCULOSIS (segunda parte)


Tal vez la gran paradoja es que esta calamidad sanitaria se daba cuando la primera época de oro de Punta Arenas, en cuanto al auge del emprendimiento y la creación de las grandes fortunas[1] [2]. Los gobiernos centrales no intervenían mayormente, y Punta Arenas era para ellos todavía una progresista -en lo macroeconómico- colonia lejana, una polis griega prácticamente autónoma.  Los tocados por el dedo de Midas, -originalmente muchos de ellos modestos inmigrantes extranjeros- mientras fundaban una y otra sociedad comercial y construían sus palacios con finas terminaciones y alhajamientos franceses o ingleses, no veían o no querían ver la pobreza de los suburbios, en que habitaban los mismos empleados que sostenían su riqueza. Más sensibles fueron sus esposas, a las que con el machismo propio de la época prácticamente se les vedaba su injerencia en política o negocios -con excepciones como Sara Braun-, de modo que su destino era dirigir los asuntos domésticos. Como los quehaceres eran efectuados por la servidumbre, supieron canalizar su ocio en instituciones de caridad, que por muy paternalistas que fuesen, siempre eran un aporte valioso.

Hacia 1926 el apoyo sanitario seguía ejercido en gran parte por la generosidad de estas personas e instituciones de buena voluntad. Un ejemplo palmario venía siendo la Liga de Damas Católicas, bajo cuyo patrocinio y administración se encontraba la Gota de Leche, que correspondía a una suerte de consultorio para madres e hijos[3] [4]. Aquí se repartían alimentos, ropa y medicinas, se educaba y se efectuaban atenciones médicas. Se destacaba su directora técnica, la doctora Elena Ancic de Barrios[5], primera en Magallanes que se dedicó a la atención de niños. En una de sus reuniones el profesor señor Werner Gromsch dictó una conferencia sobre tuberculosis, con proyecciones luminosas[6].
Pese a la conmoción que sostenidamente fue provocando esta cruda realidad, y a la acción de distintas instituciones, la situación no varió fundamentalmente hasta casi la mitad del siglo XX, en que sí comenzaba la decidida intervención del Estado.
En 1934 la Asociación Médica de Magallanes convocaba a una asamblea pública para tratar el tema de la tuberculosis en que se informó que la ciudad está completamente desarmada para defenderse contra este terrible enemigo, y han pasado los años en le indiferencia de los poderes llamados a tomar enérgicas medidas, y que también las salas del Hospital se encontraban siempre ocupadas por un 80 % de tuberculosos[7].
En 1936 la Liga Antituberculosa indicaba que la morbilidad anual por TBC en Magallanes podía promediarse entre el 20 y 25 %, muy por encima de la media nacional (10-15 %)[8]. En 1939 se mantenía en la provincia la mayor prevalencia nacional. Se incrementaba la mortalidad infantil a expensas del bacilo de Koch[9] -por esta enfermedad en 1942 seguía siendo la más alta del país- y parecía no haber solución.




[1] M. Vieira. Op. cit.
[2] M. Martinic. PUNTA ARENAS SIGLO XX. Págs. 22  - 24.
[3] M. Martinic. LA MEDICINA EN MAGALLANES. Pág. 176.
[4] Revista “Menéndez Behety”, mayo de 1926.
[5] Ver capítulo VI.
[6] Revista “Menéndez Behety”, mayo de 1926.
[7] Diario El Magallanes.
[8] M. Martinic. Op. cit. Pág. 181.
[9] Ver capítulo XVIII.

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