sábado, 9 de enero de 2016

XV. MALTRATO Y ABANDONO (apuntes sueltos)

NOTA DEL AUTOR: En referencia  a este capítulo queda mucho por investigar.
Como dice el título, son sólo "apuntes sueltos".

El siempre doloroso tema del maltrato infantil y del abandono no puede estar ausente de estas páginas. Han constituido, y constituyen, los más crueles de los daños que se les puede hacer a las criaturas que asoman a la vida, y que en la mayoría de los casos les deja en su alma una llaga imborrable. Tipos de maltrato hay muchos, algunos como consecuencia de maldad inconcebible, y los otros derivados de míseras condiciones sociales e ignorancia. Factores como el hacinamiento, la promiscuidad de todo tipo, el alcoholismo, a los que si les agregamos inteligencias limítrofes o franca idiocia, no pueden sino dar  como producto a niños maltratados o abandonados. A fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX estas condiciones eran más que frecuentes, mucho más de lo que podían o querían ver las autoridades y los grupos sociales más acomodados. A la inmigración, especialmente chilota, de grupos de personas en muy mala situación económica, se agregaba la llegada de grandes grupos de personas y familias enviadas por los gobiernos desde el norte del país en calidad de colonizadores, sin trabajo fijo y en general sin ninguna preparación en cuanto a oficios. Si a esto se le agregaban los relegados y pájaros de cuenta, no se hacía más que incrementar la miseria.
A la negligencia parenteral se contraponía la preocupación estatal por la educación, personificada a fines de 1853 por el gobernador Jorge Schythe, quien informaba al Supremo Gobierno: Se abrió la escuela con 24 niños de 7 años para arriba. Los ramos de enseñanza son por ahora, catecismo, lectura, escritura, ortografía y aritmética. El Capellán de la Colonia enseña los dogmas de la relijion. Los demas ramos me he visto precisado a tomarlos a mi cargo[1]. Fray Pedro Díaz no se consideraba preparado para impartir ramos laicos, y la buena intención del gobernador se vio frustrada por sus múltiples tareas, que le impidieron seguir, y hubo de cerrar la escuela. Se vio obligado, entonces, a solicitar la renuncia del capellán, urgiendo al gobierno a enviar un sacerdote más afín a la docencia. Como otro botón de muestra de la importancia que se le daba a la educación, vale señalar que a comienzos del siglo XX en Magallanes se estableció la enseñanza primaria obligatoria antes de la dictación de la ley chilena que así lo dispuso.
            En 1916 se creó el Asilo de la Infancia por iniciativa de la Liga de Damas Católicas, el que funcionaba en una precaria construcción. En 1920 se estableció en Punta Arenas la Congregación de Hermanas Franciscanas de Santa Verónica de Giuliani, las que se hicieron cargo del establecimiento[2] y bajo los auspicios del Vicariato Apostólico de Magallanes y con el concurso generoso de la Liga de Damas Católicas en 1924 el arquitecto Agustín P. Carbone proyectó el edificio que con su gran volumen en tres pisos coronados por una torre cuadrada recuerda los monasterios fortificados del medioevo europeo, para el funcionamiento del Asilo de Huérfanos (actual Hogar del Niño) que incluye una capilla dedicada al Niño Jesús de Praga y a la Virgen de la Medalla Milagrosa, dependencias habitacionales, aulas y demás. Construido en albañilería de ladrillo a la vista por artesanos croatas fue por décadas el hito visual terminal de la ciudad hacia el sur (barrio Miraflores)[3].
            En 1920 se colocó la primera piedra, y el edificio se inauguró el 13 de marzo de 1927, construido bajo la dirección técnica del sacerdote Juan Bernabé. En el sótano funcionaba La Gota de Leche[4] [5], e inicialmente se atendía a niños y ancianos. Esta obra fue traspasada, en noviembre de 1944, a las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes atendieron solamente a niñas y niños internos. En marzo de 1945 el hogar se transformó en escuela-hogar para unos 75 niños, quienes cursaban primero y segundo año primario. Poco a poco fueron aumentando los cursos, y en 1974 se cerró definitivamente la Escuela Particular N° 7 Hogar del Niño, para abocarse a la atención de niñas y niños huérfanos y abandonados, de entre 1 y 18 años de edad. Las Hermanas Vicentinas continúan hasta la actualidad con esta extraordinaria obra de rescate de niños en situación disfuncional[6].
            En 1936 el doctor Juan Damianovic atribuía al alto grado de ilegitimidad, que era un 20 % de la natalidad, el frecuente abandono de madres e hijos[7].
            Como consecuencia de la connotación pública que adquiría el conocimiento de las deplorables condiciones sociosanitarias de un gran sector de la población, y de la alta prevalencia de tuberculosis[8], se implementó en las décadas de 1930 y 1940 una serie de medidas tanto públicas como de esfuerzo voluntario de varias instituciones, como la creación de escuelas-hogares para niños huérfanos o abandonados, aparte del Hogar del Niño Miraflores.
El trabajo infantil, que como se sabe suele ser derivado de la pobreza en el hogar, ya en 1893 era estimulado por El Precursor de “El Magallanes” con el siguiente aviso[9]:

"MUCHACHOS PARA LA REPARTICIÓN DE ESTE PERIÓDICO SE NECESITAN"

El Magallanes insistía en 1895:


            En los años de 1920 y 1930 la situación se mantenía, y muy dura, para los niños vendedores de diarios, según relata Silvestre Fugellie, en crónica referida a los pregoneros de la época: Cuando recién comenzaba a oscurecer aparecían los canillitas, ateridos de frío, voceando el diario de la tarde: “¡El Magallá…!”[10].




[1] R. Vera. Op. cit. Pág. 119.
[2] M. Martinic. Op. cit. Pág. 170.
[3] M. Martinic. PUNTA ARENAS SIGLO XX. Págs. 66 - 67.
[4] Ver capítulo XIX.
[5] D. Baeriswyl. “ARQUITECTURA EN PUNTA ARENAS, PRIMERAS EDIFICACIONES EN LADRILLOS”. Págs 186 - 187.
[6] Diario “La Prensa Austral”. Suplemento Hogar del Niño Miraflores. Noviembre 2014.
[7] Diario “El Magallanes”, 19 de junio de 1936.
[8] Ver capítulo XIV.
[9] “El Precursor de El Magallanes”, 25 de diciembre de 1893.
[10] S. Fugellie. PIONEROS EN LA PATAGONIA. Pág. 118.

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