Como dice el título, son sólo "apuntes sueltos".
El siempre
doloroso tema del maltrato infantil y del abandono no puede estar ausente de
estas páginas. Han constituido, y constituyen, los más crueles de los daños que
se les puede hacer a las criaturas que asoman a la vida, y que en la mayoría de
los casos les deja en su alma una llaga imborrable. Tipos de maltrato hay
muchos, algunos como consecuencia de maldad inconcebible, y los otros derivados
de míseras condiciones sociales e ignorancia. Factores como el hacinamiento, la
promiscuidad de todo tipo, el alcoholismo, a los que si les agregamos inteligencias
limítrofes o franca idiocia, no pueden sino dar como producto a niños maltratados o
abandonados. A fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX estas condiciones
eran más que frecuentes, mucho más de lo que podían o querían ver las
autoridades y los grupos sociales más acomodados. A la inmigración,
especialmente chilota, de grupos de personas en muy mala situación económica,
se agregaba la llegada de grandes grupos de personas y familias enviadas por los
gobiernos desde el norte del país en calidad de colonizadores, sin trabajo fijo
y en general sin ninguna preparación en cuanto a oficios. Si a esto se le
agregaban los relegados y pájaros de cuenta, no se hacía más que incrementar la
miseria.
A la negligencia
parenteral se contraponía la preocupación estatal por la educación,
personificada a fines de 1853 por el gobernador Jorge Schythe, quien informaba
al Supremo Gobierno: Se abrió la escuela
con 24 niños de 7 años para arriba. Los ramos de enseñanza son por ahora,
catecismo, lectura, escritura, ortografía y aritmética. El Capellán de la
Colonia enseña los dogmas de la relijion. Los demas ramos me he visto precisado
a tomarlos a mi cargo[1]. Fray Pedro
Díaz no se consideraba preparado para impartir ramos laicos, y la buena
intención del gobernador se vio frustrada por sus múltiples tareas, que le
impidieron seguir, y hubo de cerrar la escuela. Se vio obligado, entonces, a
solicitar la renuncia del capellán, urgiendo al gobierno a enviar un sacerdote
más afín a la docencia. Como otro botón de muestra de la importancia que se le
daba a la educación, vale señalar que a comienzos del siglo XX en Magallanes se
estableció la enseñanza primaria obligatoria antes de la dictación de la ley
chilena que así lo dispuso.
En
1916 se creó el Asilo de la Infancia por iniciativa de la Liga de Damas
Católicas, el que funcionaba en una precaria construcción. En 1920 se
estableció en Punta Arenas la Congregación de Hermanas Franciscanas de Santa
Verónica de Giuliani, las que se hicieron cargo del establecimiento[2] y bajo los auspicios del Vicariato Apostólico
de Magallanes y con el concurso generoso de la Liga de Damas Católicas en 1924
el arquitecto Agustín P. Carbone proyectó el edificio que con su gran volumen
en tres pisos coronados por una torre cuadrada recuerda los monasterios
fortificados del medioevo europeo, para el funcionamiento del Asilo de
Huérfanos (actual Hogar del Niño) que incluye una capilla dedicada al Niño
Jesús de Praga y a la Virgen de la Medalla Milagrosa, dependencias
habitacionales, aulas y demás. Construido en albañilería de ladrillo a la vista
por artesanos croatas fue por décadas el hito visual terminal de la ciudad
hacia el sur (barrio Miraflores)[3].
En
1920 se colocó la primera piedra, y el edificio se inauguró el 13 de marzo de
1927, construido bajo la dirección técnica del sacerdote Juan Bernabé. En el
sótano funcionaba La Gota de Leche[4] [5], e inicialmente
se atendía a niños y ancianos. Esta obra fue traspasada, en noviembre de 1944,
a las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes atendieron
solamente a niñas y niños internos. En marzo de 1945 el hogar se transformó en
escuela-hogar para unos 75 niños, quienes cursaban primero y segundo año primario.
Poco a poco fueron aumentando los cursos, y en 1974 se cerró definitivamente la
Escuela Particular N° 7 Hogar del Niño, para abocarse a la atención de niñas y
niños huérfanos y abandonados, de entre 1 y 18 años de edad. Las Hermanas
Vicentinas continúan hasta la actualidad con esta extraordinaria obra de
rescate de niños en situación disfuncional[6].
En
1936 el doctor Juan Damianovic atribuía al alto grado de ilegitimidad, que era un 20 % de la natalidad, el frecuente
abandono de madres e hijos[7].
Como
consecuencia de la connotación pública que adquiría el conocimiento de las
deplorables condiciones sociosanitarias de un gran sector de la población, y de
la alta prevalencia de tuberculosis[8], se implementó en
las décadas de 1930 y 1940 una serie de medidas tanto públicas como de esfuerzo
voluntario de varias instituciones, como la creación de escuelas-hogares para
niños huérfanos o abandonados, aparte del Hogar del Niño Miraflores.
El trabajo
infantil, que como se sabe suele ser derivado de la pobreza en el hogar, ya en
1893 era estimulado por El Precursor de
“El Magallanes” con el siguiente aviso[9]:
"MUCHACHOS PARA LA REPARTICIÓN DE ESTE PERIÓDICO SE NECESITAN"
"MUCHACHOS PARA LA REPARTICIÓN DE ESTE PERIÓDICO SE NECESITAN"
El Magallanes insistía en 1895:
En los años de 1920 y 1930 la
situación se mantenía, y muy dura, para los niños vendedores de diarios, según
relata Silvestre Fugellie, en crónica referida a los pregoneros de la época: Cuando recién comenzaba a oscurecer
aparecían los canillitas, ateridos de frío, voceando el diario de la tarde:
“¡El Magallá…!”[10].
[1] R. Vera. Op. cit. Pág. 119.
[2] M. Martinic. Op. cit. Pág. 170.
[3] M.
Martinic. PUNTA ARENAS SIGLO XX. Págs. 66 - 67.
[4]
Ver capítulo XIX.
[5] D.
Baeriswyl. “ARQUITECTURA EN PUNTA ARENAS, PRIMERAS EDIFICACIONES EN LADRILLOS”.
Págs 186 - 187.
[6]
Diario “La Prensa Austral”. Suplemento Hogar del Niño Miraflores. Noviembre
2014.
[7]
Diario “El Magallanes”, 19 de junio de 1936.
[8]
Ver capítulo XIV.
[9]
“El Precursor de El Magallanes”, 25 de diciembre de 1893.
[10]
S. Fugellie. PIONEROS EN LA PATAGONIA. Pág. 118.
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